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miércoles, 24 de diciembre de 2025

El Diálogo Necesario: Razón, Fe y Dignidad en la Era Tecnológica

 


por Juan Bautista González Saborido

1.- Introducción:

En un mundo marcado por avances científicos vertiginosos y una digitalización que parece abarcarlo todo, surge una pregunta fundamental: ¿Dónde queda la esencia de lo humano? El debate sobre la secularización no es solo un ejercicio académico; es una necesidad urgente para proteger nuestra dignidad intrínseca.

2. La “traducción” lo Sagrado: El encuentro entre Habermas y Ratzinger

Uno de los puntos de partida más fascinantes de la filosofía contemporánea es la propuesta de Jürgen Habermas. Él sugiere que las tradiciones religiosas contienen "potenciales de significado" que pueden ser traducidos al lenguaje público universal. Un ejemplo claro es la idea de que el hombre es "imagen de Dios", la cual, al secularizarse, se convierte en el concepto de dignidad humana inalienable.

Por su parte, Joseph Ratzinger proponía una "correlacionalidad necesaria" entre la razón secular y la religiosa:

Para él existe “una necesaria correlacionalidad de razón y fe, de razón y religión, pues razón y fe están llamadas a limpiarse y purificarse mutuamente y se necesitan mutuamente, y ambas tienen que reconocerse mutuamente.

Pero además de este diálogo entre fe y razón, para Ratzinger, resulta necesario otro: el diálogo entre culturas. Pues si bien “en su propia autocomprensión, ambos (el Cristianismo y la razón moderna) se presuponen universales, y puede que de iure (de derecho) efectivamente lo sean”, de facto (de hecho) “tienen que reconocer que sólo han sido aceptados en partes de la humanidad.”

Por otra parte, en la encíclica “Caritas in Veritate” Ratzinger señala; “la racionalidad del quehacer técnico centrada sólo en sí misma se revela como irracional, porque comporta un rechazo firme del sentido y del valor”Atraída por el puro quehacer técnico, la razón sin la fe se ve avocada a perderse en la ilusión de su propia omnipotencia y por su parte, la fe sin la razón corre el riesgo de alejarse de la vida concreta de las personas.

3. El Desafío del Paradigma Tecnológico

Hoy, la necesaria armonía entre razón científica y religiosa está bajo mucha presión. En las últimas décadas, en materia de biotecnología es vertiginoso el avance en las técnicas de manipulación genética, en la clonación, en las terapias génicas y en el trasplante de órganos de animales en humanos.

Asimismo, últimamente se ha desarrollado una fuerte polémica respecto a la Inteligencia Artificial, debido a que no se puede ocultar el riesgo concreto, -como señala el Papa Francisco[1]-, de que limite la visión del mundo a realidades que pueden expresarse en números y encerradas en categorías preestablecidas, eliminando la aportación de otras formas de verdad e imponiendo modelos antropológicos, socioeconómicos y culturales uniformes reforzando el actual paradigma tecnológico dominado por la razón instrumental y económica.

Esta "razón instrumental" puede llevar al oscurecimiento del valor de la persona, haciendo que el ser humano deje de ser el centro del orden social y político.

4. El Derecho como Refugio de lo Humano

Estos cambios, repercuten fuertemente en el derecho en general y particularmente en el campo de los derechos humanos, colocándolo en crisis. En efecto, surgen corrientes culturales y de pensamiento, algunas de matriz cientificista y otras nihilistas, que cuestionan las bases ontológicas del hombre, su apertura a la trascendencia y, en consecuencia, su dignidad inalienable.

Veamos, el derecho tiene dos dimensiones fundamentales en la defensa de la dignidad humana:

  • ·       Dimensión nomológica del derecho: En la defensa del ser humano el derecho cumple un rol sustancial, en primer lugar, debido a su dimensión normo lógica que regula derechos y obligaciones.
  • ·       Dimensión antropológica: Pero, además, el orden jurídico también tiene una dimensión antropológica al garantizar a cada persona la preexistencia de un mundo dado, su identidad a largo plazo. El derecho, como una de las manifestaciones de la cultura junto a la lengua, tiene la característica de dar sentido a la vida social[2].
  • ·       En este campo de intersección entre el derecho y la antropología es necesario el dialogo entre razón secular y religiosa: En dicha dimensión antropológica consideramos de singular importancia recuperar la necesaria armonía y equilibrio que debe haber entre la razón secular, científica o filosófica y la razón religiosa que se fundamenta en la fe.

Por ejemplo, en materia de derechos humanos no se puede excluir todo el desarrollo que realizó el magisterio católico y el resto de las grandes tradiciones religiosas sobre el fundamento religioso de la dignidad humana y el valor intrínseco de las personas.

5. La armonía, equilibrio y dialogo entre razón religiosa y razón secular ha sido continuado por el Papa Francisco:

  • ·       En Laudato Si para diagnosticar los graves problemas ecológicos: La armonía, el equilibrio y el dialogo entre la razón religiosa y la razón secular, es un camino que ha sido continuado por el Papa Francisco. Por ejemplo, en la encíclica “Laudato Si”, donde ha realizado un dialogo fecundo entre la ciencia y la fe para diagnosticar los graves problemas ecológicos que afectan a nuestra casa común y donde también ha incorporado la tradición ortodoxa al inspirarse en el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla para alertar sobre las raíces éticas y espirituales de los problemas socio ambientales.
  • ·       Declaración sobre la Fraternidad Humana y Fratelli Tutti: Posteriormente, el dialogo con otras tradiciones religiosas se concretó en la declaración sobre la Fraternidad Humana realizada junto al Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb. Allí se invoca el nombre de Dios creador de todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, llamados a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz. Esta declaración fue, a su vez, una inspiración para su posterior encíclica “Fratelli Tutti” de octubre de 2020[3].

En su magisterio, Francisco le habla a la fe de los fieles, pero también a la razón humana y al pensamiento de creyentes y no creyentes. A su vez, entra en dialogo con otras cosmovisiones religiosas cristianas y no cristianas, como la ortodoxa y el islam. A través de esta práctica busca una alianza y un punto de encuentro entre las civilizaciones para que se asuma el compromiso central de honrar, respetar y cuidar la dignidad de la vida humana, especialmente de los más pobres y desfavorecidos.

Para Francisco la dignidad común es fundamento de la fraternidad y la fraternidad es un tema serio para la política y el poder, la filosofía y la ciencia.

6.- La dignidad es una categoría jurídica clave para la protección de los derechos humanos:

En el ámbito secular, el principio de la dignidad de la persona, está reconocido como fundamento último de los derechos humanos y surge clara y expresamente de la Carta de las Naciones Unidas y de la Declaración Universal de Derechos Humanos[4].

La dignidad es una categoría jurídica clave porque es la base de todos los derechos humanos. Los seres humanos tienen derechos que deben ser tratados con sumo cuidado, precisamente porque cada uno posee un valor intrínseco.

En 1948, y en respuesta al horror de las dos guerras mundiales, la comunidad internacional pensó que era importante enfatizar el concepto de la dignidad humana en las primeras palabras de este innovador documento, subrayando un término que ya estaba destacado en la línea de apertura del Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (DUDH), así como en la Carta que fundó las Naciones Unidas hacía tres años antes[5].

Por ello, la referencia al principio de la dignidad inalienable de la persona en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, fue definida por Juan Pablo II como como «una de las más altas expresiones de la conciencia humana»[6].

7.- Conclusión: El magisterio de Francisco en relación a la importancia de la dignidad humana:

En línea con el Concilio Vaticano II, el Papa Francisco reafirma que a la luz de la fe tenemos la certeza de que Dios nos ha creado como personas amadas y capaces de amar; que nos ha creado a su imagen y semejanza (cfr. Gen 1, 27). 

De esta manera, a través de la fe sabemos que Dios nos ha donado una dignidad única, invitándonos a vivir en comunión con Él, en comunión con nuestras hermanas y nuestros hermanos y en el respeto de toda la creación. Aquí radica el fundamento de toda la vida social y determina sus principios operativos[7].

Por el contrario, cuando no se reconoce esta común dignidad aparecen algunos males sociales como la cultural del descarte. En la encíclica Fratelli Tutti, Francisco señaló que la cultura del descarte es un estilo de vida que no considera a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, sino que las considera como objetos descartables, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” —como los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—[8].

Consiguientemente, podemos observar como el equilibrio y armonía, entre fe y razón, florece en la fundamentación de la dignidad de la persona humana como clave de la defensa de los derechos humanos frente al peligro de que el hombre quede subordinado y tratado como un objeto ante un paradigma tecno económico hipertrofiado. 

                                                   

 

 

 

 



[1] Discurso en la sesión del G-7 sobre Inteligencia Artificial, consultan en línea en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2024/june/documents/20240614-g7-intelligenza-artificiale.html

[2] Supiot, Alain, “Homo juridicus. Ensayo sobre la función antropológica del derecho” Siglo Veintiuno Editores S.A., 2da. Edición argentina revisada, 2012, pág. 11/12.

[4] Adoptada y proclamada por la Asamblea General en su resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948.

[5] Naciones Unidas, “Libres e iguales en dignidad” consulta en línea el 17 de abril de 2023 en: https://news.un.org/es/story/2018/11/1445521

[6] Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas, 5 de octubre de 1995.

[7] Francisco, Audiencia General 12 de agosto de 2020 “Curar el mundo. Fe y Dignidad Humana”.

[8] Francisco, Fratelli Tutti, nº 18.


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