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miércoles, 25 de mayo de 2022

La relevancia del pensamiento nacional frente a las falsas opciones ideológicas:

 

 


Perón advertía, hace más de 40 años atrás, que asistíamos a un desolador proceso: la disolución progresiva de los lazos espirituales entre los hombres. Agregaba que este catastrófico fenómeno debía su propulsión a la ideología egoísta e individualista, según la cual toda realización es posible sólo como desarrollo interno de una personalidad clausurada y enfrentada con otras en la lucha por el poder y el placer. Y concluía que este pensamiento solo había logrado aislar al hombre del hombre, a la familia de la Nación, a la Nación del mundo, poniendo a unos contra otros en una competencia ambiciosa y en una guerra absurda.

Este proceso de disolución progresiva señalado por Juan D. Perón, ha sido impulsado por un sistema económico global dominado por el afán de lucro, que actúa como una suerte de “hybris” y que genera, a su vez, un modelo de producción y consumo que en términos geobiofísicos y sociales es insostenible en el tiempo. 

Desde hace aproximadamente 30 años la reorganización global de la economía capitalista se sustenta sobre el debilitamiento del Estado Nación y sobre el fomento y la promoción de las divisiones identitarias hacia adentro de los pueblos. Dichas divisiones generan hibridación cultural,  segmentación y fragmentación del tejido social, pero sobre todo generan un debilitamiento de la identidad cultural y de la cohesión social de las naciones.

A nivel mundial, regional y nacional estamos frente a momentos complejos y confusos, con pérdida de muchos marcos de referencia sociales y culturales que aportan valor y sentido a la realidad. Como enseña el Papa Francisco, avanza la configuración de un mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia. En esta configuración, hay más bien mercados, donde las personas cumplen roles de consumidores o espectadores. El avance de este tipo de globalismo vuelve a la política más frágil frente a los poderes económicos transnacionales. 

Agrega el Papa, que se alienta también, una pérdida del sentido de la historia que disgrega todavía más los valores y vínculos sociales. Se advierte la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero. Deja en pie únicamente la necesidad de consumir sin límites y la acentuación de muchas formas de individualismo sin contenidos.

Y concluye, que estas tendencias, son las nuevas formas de colonización cultural. No debemos olvidar, que «los pueblos que enajenan su tradición, y por manía imitativa, violencia impositiva, imperdonable negligencia o apatía, toleran que se les arrebate el alma, pierden, junto con su fisonomía espiritual, su consistencia moral y, finalmente, su independencia ideológica, económica y política" (Fratelli Tutti, nºs 12-14).

Se suma a esto, la degradación del sentido de muchas palabras relevantes del pensamiento político (democracia, soberanía, justicia social). Frente a este panorama, deviene necesario rescatar algunos conceptos de pensadores nacionales como Hernández Arregui, Jauretche y que Francisco Pestanha ha recopilado tenazmente, sobre el verdadero y el falso nacionalismo y la denominada “Intelligentzia” que pueden servir para aportar un poco de claridad. 

Con estas categorías actualizadas, podremos interpretar mejor ciertas corrientes políticas en auge en nuestro país. Por un lado, las nacionalistas o conservadoras en lo cultural, pero liberales en lo político y económico. Y, por el otro, ciertas corrientes progresistas, feministas o de género, cuyas matrices también son de raíz liberal. Curiosamente, el origen de todas estas corrientes radica en EE.UU. o en Europa, pero su principal problema es que no tienen verdadera atingencia en nuestras tierras, y anulan la riqueza y singularidad de lo propio, de lo "nuestro".  

En este orden de ideas, la voz “Pensamiento Nacional” ha sido utilizada exprofeso como recurso de autodenominación por autoras y autores comprometidos con una matriz de pensamiento que tiene una fuerte presencia del denominado pensamiento situado. Esto es, pensar los desafíos y problemas del país, desde nuestra propia realidad -como lugar emblemático de interpretación- y consecuentemente, partir de nuestras propias categorías culturales, pero sin renunciar a la herencia cultural del pasado. 

Desde esta corriente de pensamiento, lo nacional incluye y se referencia en lo hispanoamericano y se extiende hacia todo el continente latinoamericano. Sin embargo, lo nacional entendido de esta manera, nada tiene que ver con un elitismo nacionalista de orientación aristocrática y chauvinista. Juan José Hernández Arregui avalaba esta distinción sosteniendo: “Hay pues un nacionalismo reaccionario y uno revolucionario. Un nacionalismo ligado a las clases privilegiadas y un nacionalismo que se expresa en la voluntad emancipadora de las grandes masas populares”

A partir de las reflexiones puede observarse que en la América hispánica, junto con el devenir de nuestra propia modernidad, emergió un nacionalismo popular, encarnado principalmente en el peronismo, que traccionó hacia la industrialización nacional, la justicia social, la soberanía política y la integración regional a nivel continental. Esto, sin descuidar la importancia de la producción primaria que proponía como única actividad, un nacionalismo de campanario, en su afán de sostener determinados privilegios de los propietarios terratenientes aliados al capital extranjero –principalmente inglés– ligado a un tradicionalismo banal y a un culto a las formas, pero sin sustancia emancipatoria  .

Arturo Jauretche, en el Manual de Zonceras Argentinas, sostenía que la estructura cultural de nuestro país, ha sido pensada y desarrollada por una "intelligentzia" alejada del país y de la región. Esta, en realidad, funcionaba como un dispositivo de colonización cultural, de orientación iluminista y eurocéntrica que contaminaba toda posible identificación del pueblo argentino con lo propio, circunstancia que lo conducía hacia la autodenigración.

El concepto de "intelligentzia" fue adaptado por Jauretche para caracterizar a un sector que monopolizaba los espacios de interpretación del saber y la alta cultura. Como ejemplo, observaba que la historiografía liberal hegemónica había construido un relato donde los acontecimientos históricos relevantes habían sido protagonizados por individuos y no por entidades colectivas como los pueblos. 

Hoy puede observarse que pasa algo similar. Existe cierto pensamiento “main stream” o "políticamente correcto" de corte progresista o liberal, predominante en círculos políticos, académicos y periodísticos que reinterpreta al pensamiento nacional y a sus principales categorías en clave extranjera y en función de intereses globales y no nacionales o regionales. Estas líneas de pensamiento, confunden lo nacional y popular, con diversas variantes de la social democracia europea. del socialismo español, de su sucedáneo "Podemos" o incluso del partido demócrata de EE.UU.   

Por su parte, las corrientes aparentemente más nacionalistas o conservadoras se referencias en diversas variantes del partido republicano de EE,UU o en sucedáneos europeos que buscan establecer filiales en los paises periféricos o semiperiféricos como el nuestro. 

En su mayor parte, estos círculos académicos y periodísticos (progresistas, liberales o conservadores), obnubilados por estas corrientes ideológicas, clasifican la realidad política con categorías eurocéntricas y binarias, como derecha e izquierda, reniegan de la tercera posición, de la riqueza del pensamiento nacional, rehúyen al debate, y optan por cancelar a priori cualquier pensamiento divergente descalificándolo como populista, anticuado, medieval u oscurantista. 

La gravedad de este problema, estriba en que al sustituir al verdadero pensamiento nacional y popular por sucedáneos de matriz extranjera que terminan favoreciendo los intereses globales, sin un sincero y profundo debate, se corre el peligro de perder "el alma" de nuestro pueblo, es decir su verdadera identidad y expresión singular.  Y ya sabemos que si un pueblo pierde su "alma", tarde o temprano termina sometido.  Quizás este es el objetivo que buscan ciertas usinas internacionales con filiales en nuestro propio pais que operan en ese sentido.

Por lo tanto, las categorías “pensamiento nacional”, “intelligentzia” y “nacionalismo” tal como las pensaron entre otros Juan Domingo Perón, Hernández Arregui y Jauretche, y que recopiló con tanto esfuerzo Francisco Pestanha, siguen plenamente vigentes y son muy necesarias para interpretar nuestra realidad política, cultural y social, como así también para luchar por "el alma" de nuestro pueblo y defender sus intereses como bien supremo. 



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