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lunes, 18 de agosto de 2025

De la unipolaridad a la multipolaridad. La disputa por la hegemonía entre EE. UU y China desde la perspectiva regional.

 


1.- Introducción:

Actualmente, el orden político y jurídico internacional establecido después de la Segunda Guerra Mundial, está experimentando grandes turbulencias. Esto se debe a una redistribución del poder global que se está desplazando de Occidente a Oriente con una notable pérdida de influencia por parte de Europa que sufre una merma significativa de autonomía estratégica. En efecto, luego de la implosión de la Unión Soviética en 1991 y la posterior etapa de unipolaridad de Estados Unidos durante más de dos décadas, últimamente, parece estar emergiendo un nuevo orden multipolar o, al menos, bipolar.

Una de las características de esta nueva situación geopolítica es que los actores geoestratégicos son estados civilizacionales que desafían el orden mundial liberal. Países como China, Rusia, India, Irán y Turquía buscan reconstruir sus propias civilizaciones frente al "orden basado en reglas" de Occidente. Además, los líderes de estos países no se sienten obligados a seguir normas internacionales creadas sin su participación, lo que aumenta la amenaza el orden liberal unipolar.

Sorprendentemente, incluso los Estados Unidos de Donald Trump desafían este orden liberal pues está implementado políticas comerciales proteccionistas y abandonando el sistema multilateral como mecanismo de resolución pacífica de conflictos.

En este contexto de redistribución del poder, consideramos que existen dos jugadores que disputan la hegemonía mundial que son EE. UU y China. Si bien Rusia busca mantener su estatus de gran potencia manteniendo un enorme poderío militar y buscando proyectar su influencia a escala global, carece del poderío económico suficiente para ser un actor global.

Por su parte India, es una potencia en ascenso que busca consolidarse como un actor internacional de primer orden, fortaleciendo su dimensión económica, estratégica y de seguridad, aunque todavía no lo ha conseguido. Irán y Turquía son estados pivotes, el primero entre oriente medio y Asia central y Turquía entre el Cáucaso, Oriente Medio y Europa. A su vez, mientras este último está acrecentado su influencia regional, Irán con la caída del régimen de Bashar al-Assad ha perdido poder en oriente medio.

Cabe añadir a lo dicho, que la disputa por la hegemonía entre China y EE. UU, parece estar atravesada por un cambio histórico caracterizado por cuatro revoluciones: una demográfica (por la crisis de natalidad en Europa y el crecimiento poblacional en África y Asia), una tecnológica (por el desarrollo de una cuarta Revolución Industrial), una climática (que conlleva una transición energética) y una de poder global (por el desplazamiento del poder de Occidente a Oriente). Estas cuatro revoluciones enmarcan la rivalidad entre China y Estados Unidos y, en última instancia, definirán al ganador de esta disputa por la hegemonía. Trataremos de esbozar cuales son para nosotros los principales ejes geopolíticos de ambos países. 

2.- Los ejes estratégicos de China en la disputa por la hegemonía.

En este acápite describiremos sintéticamente los principales ejes estratégicos de China como estado civilizacional a partir de las publicaciones y análisis realizados por sus propios estrategas e intelectuales.

2.1. China reclama la democratización de las relaciones internacionales: Para China el orden jurídico y político internacional está en una crisis profunda y sus organismos multilaterales no reflejan la actual distribución de poder en el mundo. Un ejemplo es la ONU, que responde a la distribución del poder posterior a la segunda guerra mundial. Por eso China viene reclamando sistemáticamente una profunda reforma (ONU, OMC, FMI, Banco Mundial, etc.).

Esta pretensión china va acompañada de la aspiración de tener mucha influencia en el nuevo diseño institucional de los organismos internacionales. Para dicho objetivo, China utiliza los BRICS como plataforma para lograr dicha reconfiguración del sistema internacional. La importancia de esta cuestión quedó plasmada, en el año 2018, en ocasión de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, donde el presidente Xi anunció: “Es una tendencia global imparable el deseo de democratización de las relaciones internacionales” (Xi, 2018) dándole a este reclamo una importancia estratégica.

2.2. Iniciativas de China para ganar el apoyo del Sur Global: Para poner en práctica la democratización de las relaciones internacionales y ganar el apoyo del Sur Global en su carrera por la hegemonía, Beijing ha puesto en marcha una serie de emprendimientos de inversión en infraestructura de alcance global. Estos son la Iniciativa de la Franja y la Ruta (conocida por sus siglas en inglés: BRI), el grupo BRICS Plus, y las tres iniciativas globales: a) la Iniciativa de Desarrollo Global, b) la Iniciativa de Seguridad Global y c) la Iniciativa de Civilización Global.

La “Iniciativa de la Franja y la Ruta” que primero buscaba unir el extremo oriente con Europa, y que luego se extendió a los continentes americano y africano, es considerada como la principal herramienta de la geo estrategia china actual, lo que le otorga un grado de importancia superlativo en el plano de la geopolítica china. Estas iniciativas internacionales son parte de una gran estrategia que los engloba, denominada “la construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad”.

2.3. La construcción de una comunidad de futuro compartido para la humanidad: Este concepto ha adquirido gran protagonismo en los documentos y discursos oficiales del gobierno chino, vinculándose con la propuesta de configurar relaciones internacionales de nuevo tipo, una mirada de la comunidad internacional desde un nuevo humanismo, la recuperación del Espíritu de Bandung y la reivindicación de la Cooperación Sur-Sur.

Para muchos pensadores chinos próximos al Partido, los factores culturales -expresados como «tradición», «valores» o «civilización» de una sociedad- son decisivos para crear su política, más que su organización económica. Estas «cuestiones de civilización» son ahora el eje principal propuesto por Xi para redefinir el modelo chino, ya que el líder chino esbozó hace poco tiempo atrás su «iniciativa de civilización global».

Este proceso además de buscar la posibilidad del rediseño de las instituciones de gobernanza global, también intenta dotar a dichas instituciones de los principios y valores que deberían regirlas.  Comprender la idea de “Comunidad de destino compartido” nos permite interpretar la propuesta china para el nuevo ordenamiento mundial que se está gestando en la actualidad.

Esta idea busca ser una propuesta civilizacional alternativa a la de occidente.  Significa, según ellos, que el sueño de paz y prosperidad del pueblo chino está íntimamente ligado al de los demás pueblos del mundo, por lo que en la materialización del sueño chino no pueden permitirse prescindir de un entorno internacional pacífico y de un orden internacional estable. Estos aspectos, forman, indudablemente, parte de la propaganda pro china en las relaciones internaciones.

2.4. Fortalecimiento de la inversión en tecnología: Otro punto decisivo es la decisión de fortalecer la inversión en tecnología. Esta decisión, especialmente la inversión en la producción de semiconductores de avanzada, es consecuencia de las medidas de Estados Unidos dirigidas a impedir u obstaculizar el acceso de empresas chinas a tecnología que considera estratégicas. Sin embargo, el énfasis del Gobierno chino en el progreso tecnológico es de larga data. 

Un hito de esta orientación fue, en 2015, el Plan Made in China 2025, dirigido a incrementar el nivel de integración tecnológica en producción y servicios, y pasar del “Fabricado en China” al “Desarrollado en China”. El plan contempló el desarrollo tecnológico e industrial, absorción de tecnología de inversiones externas y compra de empresas extranjeras de y con alta tecnología.

El Gobierno chino ha adoptado un enfoque tecnonacionalista centralizado que controla la innovación tecnológica y prioriza la integración de las cadenas de suministro globales. Este enfoque busca fomentar la necesidad de otros países en productos y servicios tecnológicos chinos, a la vez que reconfigura la Iniciativa de la Franja y la Ruta, iniciada en 2013, ampliando su alcance a través de la Ruta Digital. 

3.- Las nuevas prioridades estratégicas de EE. UU:

Aquí, intentaremos exponer cuales son “las nuevas” prioridades estratégicas e EE. UU a partir de la asunción de Donald Trump y de J. D. Vance a la presidencia y a la vice presidencia de dicho país, respectivamente.

3.1. Introducción – Aceleración de la ruptura del multilateralismo – reconfiguración del rol de EE. UU en la esfera internacional: El nuevo gobierno de Donald Trump como presidente de los EE.UU., es y será un punto de inflexión en el entramado de las relaciones internacionales y en el panorama ideológico global. Desde el punto de vista cultural, su gestión estará caracterizada como una profunda contrarrevolución conservadora que posiblemente reconfigure el panorama político occidental.

3.2. La geopolítica de los accesos: En este contexto, mientras el cambio climático habilita nuevas rutas en el Polo Norte, cobra importancia la denominada “geopolítica de los accesos”. Esta refiere al control (directo e indirecto) sobre los accesos marítimos (o fluviales) estratégicos desde el punto de vista geoeconómico (flujos de bienes y suministros críticos) y geopolítico (ventajas militares frente a diversas hipótesis de conflicto). Los principales movimientos de esta geopolítica parecen ocurrir en el Indo-Pacífico.

En efecto, en el actual momento de conflictividad entre grandes potencias y de fragmentación geoeconómica, queda cada vez más evidente cómo el comercio internacional, la logística marítima y el poderío militar marítimo están fuertemente entrelazados. Un dato relevante, es que en 2024 hubo, grandes demoras en el canal de Panamá por la extrema sequía, e interrupciones en el canal de Suez por el ataque de los rebeldes hutíes de Yemen a los barcos comerciales en medio de la guerra en Gaza.

3.2.1. Relevancia de los pasos inter oceánicos del Atlántico Sur:  Esta situación obligó a buscar rutas alternativas para la navegación comercial de contenedores a través del estrecho de Magallanes (Chile) y el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), lo que evidencia una revalorización estratégica de estos accesos alternativos dado los contextos geopolíticos descriptos.

En el contexto de la geopolítica de los accesos, es esperable que la administración Trump ejerza influencia sobre la región más austral del hemisferio, donde se encuentran accesos con un renovado valor estratégico, como el estrecho de Magallanes y el Pasaje de Drake (en realidad Mar de Hoces) y enclaves próximos a la Antártida como son Ushuaia y Punta Arena.

3.3. La importancia de Groenlandia: El interés por Groenlandia, que ha generado tensiones con Dinamarca, no se debe a un simple capricho territorial. Esta inmensa isla ártica representa un punto estratégico crucial en la competencia con China por el control de las rutas marítimas polares y el acceso a recursos naturales críticos. Por eso, en el corazón del Ártico, Groenlandia se ha convertido en el epicentro de una batalla geopolítica silenciosa que Trump simplemente ayudó a visibilizar.

3.4. El lugar de Latinoamérica: Latinoamérica ocupa un lugar particular en este nuevo esquema geopolítico e ideológico. La región se percibirá principalmente a través del prisma de la competencia con China, junto con las preocupaciones tradicionales sobre inmigración y narcotráfico. La creciente influencia económica china en la región, manifestada en inversiones masivas en infraestructura y acuerdos comerciales, que busca principalmente fortalecer sus lazos económicos e indirectamente influir geopolíticamente en la región, representa un desafío directo a la hegemonía estadounidense en su propia “oikumene” o zona de influencia, frente al cual Trump no permanecerá pasivo.

En este contexto, en noviembre de 2024, en el marco de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), la presidenta de Perú, Dina Boluarte, y el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, inauguraron el megapuerto de Chancay, una inversión de la firma estatal China Ocean Shipping Company, conocida como COSCO, de más de 3.400 millones de dólares.

El Puerto Chancay es parte de la “Nueva Ruta de la Seda”, proyecto internacional chino para construir infraestructura terrestre y marítima por el mundo. Asimismo, este proyecto está vinculado al Corredor Bioceánico Chancay que es un proyecto de infraestructura que busca conectar el océano Atlántico con el océano Pacífico a través de Sudamérica, utilizando el Megapuerto de Chancay en Perú como su salida hacia Asia a través de la construcción de un tren bioceánico, lo cual beneficiaría enormemente a Brasil.  

Todos estos hechos son demostrativos de que la relación del gigante asiático con Latinoamérica se ha acelerado en los últimos años. Inicialmente, el interés de China hacia la región se centró en la adquisición de materias primas para impulsar su crecimiento industrial y alimentar a su población. Posteriormente, a este estímulo inicial le siguió una fase de poder blando y, tras la llegada de Xi Jinping al poder, las relaciones bilaterales ingresaron en una nueva fase integral que trasciende la esfera económica tradicional y las cuestiones socioculturales, para incluir actualmente la dimensión geoestratégica y militar.

3.5. La proyección cultural a través de la “Nueva Derecha”: En el ámbito interno y cultural, esta nueva era Trump representa mucho más que un cambio en la política exterior. Su administración promete desencadenar una profunda contrarrevolución conservadora que fusiona el nacionalismo tradicional con elementos del denominado tecnopopulismo moderno.

La guerra contra la denominada “cultura woke” y el progresismo ocupa y seguramente ocupará un lugar central en esta nueva administración. Trump ha prometido desmantelar lo que denomina «adoctrinamiento de género» en las escuelas, universidades y corporaciones estadounidenses. Esta ofensiva cultural probablemente incluirá recortes significativos en financiamiento federal para programas de diversidad e inclusión, así como presión sobre instituciones educativas que promuevan lo que los conservadores consideran una «ideología progresista radical».

El modelo de Viktor Orbán en Hungría es un ejemplo de esta transformación cultural. Al igual que el líder húngaro, Trump busca utilizar el poder del Estado para promover valores tradicionales, principalmente la importancia de la familia, y nacionalistas, como así también para atacar lo que considera la hegemonía cultural progresista en los medios de comunicación, las universidades y el mundo artístico. Esta estrategia incluye el fortalecimiento de medios de comunicación conservadores y la creación de instituciones culturales alternativas que promuevan una narrativa conservadora y nacionalista.

La “contrarrevolución cultural” excede a la figura de Trump y goza de intelectuales de fuste en materia de teología, filosofía política y filosofía jurídica, como, por ejemplo: Patrick Deneen, Adrian Vermeule, Gladen Pappin, Michael Anton, Chad Pecknold, R. R. Reno, Yoram Hazony, etc. Todos ellos muy cercanos al vicepresidente J. D. Vance.

La visión de la “Nueva Derecha” trasciende las fronteras estadounidenses. Su objetivo es establecer una red internacional de líderes y movimientos conservadores que compartan su oposición al globalismo progresista y en cierta manera su tecno optimismo basado en la Inteligencia Artificial y el capitalismo algorítmico. Aunque esto último no está exento de tensiones internas. 

3.6. La dimensión económica e industrial de la guerra de aranceles: La contrarrevolución conservadora también tiene una dimensión económica significativa. A diferencia del conservadurismo tradicional pro mercado, esta nueva derecha adopta un nacionalismo económico cuyo objetivo es que EE. UU vuelva a tener una industria manufacturera de primer nivel y para ello no teme utilizar el poder estatal para alcanzar sus objetivos.

 Las políticas proteccionistas, combinadas con alianzas públicas y privadas para el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la reindustrialización, forman parte de una estrategia más amplia para reconstruir una base económica nacional fuerte y una nueva elite alineada con los valores de la nueva era que pretenden inaugurar.

4. Conclusión:

4.1. Conclusión geopolítica: En lo que respecta a la competencia por la hegemonía mundial entre China y Estados Unidos el principal escenario de la misma pareciera darse en el control de las tecnologías emergentes que, a su vez, se han convertido en el principal motor de cambio del orden económico internacional. Lo que comenzó como una guerra comercial ha evolucionado hacia una competencia sistémica por la supremacía en sectores estratégicos como los semiconductores, la inteligencia artificial, la computación cuántica, las infraestructuras digitales y el suministro de minerales críticos. Este proceso está impulsando una reconfiguración acelerada de las cadenas globales de valor, donde se refuerza la importancia geopolítica del Indo Pacífico y donde desde una perspectiva técnica, la eficiencia optimizada cede su lugar a un enfoque guiado por el control estratégico y la soberanía tecnológica.

En lo que respecta la región sudamericana, es importante tener en cuenta que China es el primer socio comercial de países como Brasil, Chile, Perú, Uruguay y Venezuela, y aunque China no es el principal socio comercial de Colombia y México, si es un socio clave en sus exportaciones, al igual de lo que sucede en nuestro país. En este plano, debe evaluarse que China y EE. UU compiten por los recursos naturales y mineros existentes en la región y particularmente en Argentina, y ello puede ser un factor de conflictos solapados o abiertos.

Ahora bien, además de lo económico y lo político, las relaciones internacionales abarcan la dimensión estratégica militar. Nos referimos a los compromisos en materia de seguridad que tienen los distintos países y la adscripción a un conjunto de alianzas en clave de la defensa nacional. 

En este sentido, el Atlántico Sur y el mar argentino se han convertido en zonas de gran valor estratégico y económico debido a su inmensa riqueza en recursos naturales, particularmente en lo que respecta a sus riquezas pesqueras y minerales. Las aguas que rodean las Islas Malvinas, la Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEEA) y las áreas circundantes han sido durante mucho tiempo el centro de tensiones internacionales, donde actores globales como el Reino Unido, China y España buscan consolidar su influencia para aprovechar estos recursos. La presencia de estas potencias extra continentales (extra hemisféricas en lenguaje de EE. UU) no pasa desapercibido al Comando Sur norteamericano.

Argentina se encuentra en una encrucijada, donde la defensa de su soberanía marítima y la protección de sus recursos pesqueros requieren una acción diplomática más firme, contundente y coordinada bajo la estructura de una política de Estado.

El Atlántico Sur no solo es un espacio de vital importancia para la biodiversidad y la seguridad alimentaria global, sino también un escenario de tensiones geopolíticas que podría redefinir el equilibrio de poder en la región, por presencia, por proyección hacia la Antártida y sobre todo por el control del paso natural de los océanos Pacífico y Atlántico. En un contexto de aumento de la rivalidad y competencia hegemónica, el desafío es mayúsculo. Los márgenes de maniobras se estrechan y la dificultad de mantener estrategias de equidistancia y autonomía estratégica con Washington y Beijing aumentan. 

4.2. Conclusión cultural: Desde una perspectiva humanista, consideramos que estamos frente a un cambio de época de alcance mundial impulsado por factores económicos y tecnológicos a veces descontrolados. Este cambio plantea un desafío civilizatorio profundo, ya que la naturaleza ambivalente de la tecnología puede generar tendencias deshumanizantes o nihilistas. El desarrollo tecnológico desmesurado tiende a eliminar lo específico de cada región y nación y puede poner en riesgo la supervivencia de las culturas.

Sin embargo, paradójicamente, la globalización ha provocado un resurgimiento de las tradiciones culturales locales y una comprensión creciente de que las sociedades y la conducta humana son más que tecnología y economía. Las culturas locales desempeñan un papel fundamental en la guía de la acción humana y en el mantenimiento de la cohesión social. En este contexto, nos parece que la identidad hispanoamericana emerge como una "singular modernidad" caracterizada por un humanismo teándrico que combina razón y fe, ciencia y arte, y técnica con elevadas expresiones culturales como la música y la poesía. Este humanismo, con su capacidad de síntesis y amalgama de diversas culturas, ha modelado una nueva sociedad humana integrada y ha conformado una verdadera civilización ecuménica.

Este aspecto cultural o civilizacional si se quiere, es relevante frente al surgimiento de estas corrientes conservadoras y nacionalistas de EE.UU. que conforman la denominada “Nueva Derecha”. Se trata de líneas de pensamiento que consideran necesario recrear las tradiciones pre modernas y clásicas de la cultura occidental. Esto es, una restauración del pensamiento clásico (Sócrates, Platón, Aristóteles y el derecho romano) y del pensamiento cristiano y medieval (San Agustín y Santo Tomás de Aquino).

Asimismo, plantean explícitamente como uno de los principales problemas de occidente la degradación o negación de un humanismo trascedente y el auge del secularismo como una de las causas principales de la erosión cultural y moral de la sociedad occidental.

Esto es sumamente paradójico, porque a principios del siglo XX se planteaba una antinomia entre la América sajona y protestante, contra la América Hispana. Se presentaba a la américa sajona como agresiva, pragmática y utilitaria, frente al sur, idealista, humanista, heredero de los valores clásicos de Grecia y Roma y de la religión católica.

Sin embargo, el pensamiento de la “Nueva Derecha” tiene una indudable influencia del pensamiento católico a lo que se suma que, en la administración Trump, el vicepresidente J.D. Vance y varios de principales funcionarios, como el Secretario de Estado Marco Rubio, hacen explicita su condición de católicos y la influencia de su fe en la función pública que desempeñan.  Esto, más allá de las críticas que se han formulado a algunas de dichas decisiones como las deportaciones masivas que fueron objetadas por el mismo Papa Francisco y por el entonces Cardenal Prevost, hoy Papa León XIV.

También debemos considerar los elementos comunes que nos unen a todos los pueblos de América, sea del Norte, del Centro o del Sur. De hecho, el 54% del territorio de EE.UU. formó parte del Virreinato de Nueva España. Por ello, más allá de la posterior colonización de dicho territorio por pueblos anglosajones y protestantes, hay que destacar que sobresale una misma identidad cristiana, una heterogeneidad de las razas y la complejidad cultural que se han afincado allí. Todo ello impulsa a una auténtica búsqueda del fortalecimiento de los lazos de solidaridad y comunión entre las diversas expresiones del rico patrimonio cultural del Continente.

Por estos motivos, es posible plantear que nuestra frontera cultural se extiende al territorio inicial del continente americano, de Alaska a Tierra del Fuego. O si se prefiere desde Alaska, pasando por Tierra del Fuego hasta la Antártida. Además, nos parece sumamente relevante considerar que en las últimas décadas la creciente migración popular desde los pueblos de origen hispanoamericano -especialmente desde México- hacia los territorios de la América anglosajona generó una propagación de dicha cultura. Pues esos migrantes llevan consigo, además de sus sueños, su lengua y toda una cultura propia. Y junto a su lengua, llevan su fe y su devoción por la Guadalupana, sus ojos llenos de los colores y sentidos del barroco hispanoamericano, su música, sus ganas de vivir, de formar una familia, de tener y criar hijos. La Guadalupana, expresión profunda de ese mestizaje en su rostro y en la cinta negra que lleva en la cintura, anuncio náhuatl de su embarazo, es uno de los grafitis más populares en los Estados Unidos.

Por lo tanto, en medio de las grande dificultades y desafíos del presente, la cultura hispanoamericana y su profundo ethos pueden representan la posibilidad de establecer nuevos lazos de unión con EE.UU y de entusiasmar a dicho pueblo junto a otros, para que todas las naciones del continente americano, juntas, den  nacimiento a un nuevo universalismo humanista, centrado en la dignidad de la persona humana, en su naturaleza social, en sus vínculos familiares y comunitarios, en el amor a su hogar y a su patria, y especialmente en su vocación trascendente.