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miércoles, 25 de febrero de 2015

LA CRISIS MUNDIAL, LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y LA SEGURIDAD SOCIAL

Los sistemas de protección social sostenibles dirigidos a las personas vulnerables pueden evitar el aumento de la pobreza, solventar dificultades sociales y, al mismo tiempo, contribuir a estabilizar la economía y a mantener y fomentar la empleabilidad.
Por » Juan Bautista Gonzalez Saborido
correo@losocial.com.ar




Introducción:

Estamos viviendo un proceso económico, social y cultural de enorme dinamismo con grandes cambios y crisis que se producen a escala mundial.
Por un lado nos encontramos frente al avance vertiginoso de lo que se denomina la sociedad del conocimiento, sociedad de la información o sociedad red[1].
En esta sociedad tienen una especial preponderancia las tecnologías de la información y de la comunicación (en adelante TICs) y la biotecnología.
Esto produce y producirá cambios revolucionarios y con ellos, nuevos problemas e incertidumbres, sobre todo en el aspecto cultural, social, político y económico.
Por otra parte, estamos desde el 2007 ante una crisis económica mundial originada en los EE. UU y cuyo epicentro actualmente se encuentra en la Eurozona, pero cuyos efectos se hacen sentir en todas partes del mundo.
La combinación de la crisis económica y el desarrollo de la sociedad del conocimiento hace que muchos analistas consideren que no estemos solamente frente a una crisis económica, sino que estamos frente a una crisis de civilización y en los albores de una nueva era que puede producir la desaparición del capitalismo como sistema de producción tal cual lo conocemos hasta ahora.
 El cambio económico, social y tecnológico está forzando el ritmo de las cosas, y requiere una continua adaptación política e institucional para responder a las nuevas necesidades y para aprovechar las oportunidades que se abren en una economía mundial en proceso de integración acelerada, pero que a la vez muestra evidentes signos de agotamiento. Los desafíos que se plantean son siempre nuevos.
Desde mi perspectiva fundada en la doctrina peronista, coincido con la Organización Internacional del Trabajo (en adelante OIT), en cuanto a que la sociedad humana se enfrenta, en el inicio del siglo XXI, con el reto esencial de conseguir el pleno empleo y un crecimiento económico sostenible en la economía mundial, así como la inserción social de todas las personas en una comunidad organizada (conf. Conclusiones sobre la formación y el desarrollo de los recursos humanos, resolución adoptada en la 88ª, reunión de la Conferencia Internacional de Trabajo). En efecto, en la comunidad organizada el primer objetivo es dar trabajo, porque el trabajo es el primer ordenador social y la forma en la que cada persona contribuye al bien común con su propio esfuerzo.
Sin embargo, las amenazas que debemos enfrentar para conquistar estos objetivos son múltiples y variadas, y si no se desarrollan o profundizan las políticas de seguridad social, lo único que sucederá es que se profundicen las desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales, generando una sociedad estructuralmente fragmentada con grandes sectores directamente excluidos. Esto conspira en forma directa contra uno de los factores de poder mundial de una nación, como lo es la cohesión social.
En este contexto en el marco de la OIT, se celebró el Pacto Mundial para el Empleo que es una sólida respuesta de los representantes de los gobiernos, la comunidad empresarial y los trabajadores –los actores de la economía real- al aumento sin precedentes del desempleo, el subempleo y el trabajo informal en todo el mundo, situación que ha agravado los problemas que  ya existían en el mercado de trabajo y que fueron objeto de la Declaración de la OIT sobre la justicia social para una globalización equitativa, de 2008.
Por estos motivos, por un lado voy a analizar que es la sociedad de la información, que desafíos plantea de cara al mercado de trabajo y a la inclusión-exclusión social, y con que herramientas se pueden enfrentar esos desafíos desde la seguridad social.

¿Que es la Sociedad de la información, del conocimiento o sociedad red?
Hay una distinción entre lo que se denomina la sociedad de la información, sociedad del conocimiento y sociedad red.
- La sociedad del conocimiento  es una sociedad caracterizada por una estructura económica y social, en la que el conocimiento ha substituido al trabajo, a las materias primas y al capital como fuente más importante de la productividad, crecimiento y desigualdades sociales.
Este aspecto ya había sido expuesto por el magisterio social de la Iglesia, en la carta encíclicaCentesimus Annus de 1991 donde Juan Pablo II expone: “Existe otra forma de propiedad, concretamente en nuestro tiempo, que tiene una importancia no inferior a la de la tierra: es la propiedad del conocimiento, de la técnica y del saber. En este tipo de propiedad, mucho más que en los recursos naturales, se funda la riqueza de las naciones industrializadas.” 
El conocimiento teórico se ha convertido, según este enfoque, en la fuente principal de la innovación y el punto de partida de los programas políticos y sociales. Este tipo de sociedad está orientada hacia el progreso tecnológico y la evaluación de la tecnología y se caracteriza por la creación de una nueva tecnología intelectual como base de los procesos de decisión.
- El término sociedad de la información se utiliza sobre todo cuando se tratan aspectos tecnológicos y sus efectos sobre el crecimiento económico y el empleo. Esta discusión tiene como punto de partida la consideración de que la producción, la reproducción y la distribución de la información es el principio constitutivo de las sociedades actuales.
Para el sociólogo Manuel Castells hay que distinguir, entre sociedad de la información e informacional. La información, es decir comunicación del conocimiento, ha sido fundamental en todas las sociedades. En contraste, el término informacional indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico[2].
- Sociedad red indica un cambio de modo de producción social, sobre todo en el modos de organización, dada la creciente importancia de la información o del conocimiento para los procesos socio-económicos. Información y conocimiento se convierten en los factores productivos más importantes.

Los riesgos de la sociedad del conocimiento en cuanto a la exclusión social.
Los riesgos de exclusión social en la sociedad del conocimiento están relacionados con el acceso a la información y al conocimiento, y con los efectos de la globalización socio-económica.
El acceso a la red y la capacidad de saber usarla es cada vez más importante para la participación en la vida social, económica y política. Por lo tanto, es fundamental que se garantice la igualdad de oportunidades para poder acceder a la red y la capacitación para poder usar esos medios metódica y efectivamente.
El término “brecha digital” expresa la existencia de una desigualdad geográfica y social en la capacidad de utilizar estas tecnologías, sea por el acceso a internet, por la disponibilidad de usar un ordenador o PC o por la capacidad en saber usarlo.
En relación al empleo, el concepto de la sociedad del conocimiento insiste en la transformación de los mercados laborales hacia una de-estandarización de las relaciones laborales. Las relaciones laborales estables y altamente reguladas de la sociedad industrial no son ya el punto de referencia, sino las relaciones laborales consideradas hasta ahora atípicas –por ejemplo el trabajo parcial, el trabajo autónomo, el teletrabajo, el trabajo temporal- son cada vez más frecuentes las salidas y reentradas en el mercado laboral, cambiando la estabilidad laboral por la intermitencia. Esto sucede con todas las categorías laborales, las de baja y las de alta calificación.
Las sociedades del conocimiento ganan en productividad, pero también en inseguridad y fragilidad.
Considerando que la sociedad del conocimiento sigue dominada por los principios básicos del capitalismo, se prevé que sigan reproduciéndose las desigualdades sociales y que se producirán nuevas desigualdades. Sería conveniente hablar de un capitalismo del conocimiento o economía del conocimiento, ponderando que los principios básicos de las sociedades más avanzadas en este aspecto, sigue siendo la acumulación de capital y que se pretende someter la generación y uso del conocimiento a la apropiación particular y a las reglas del mercado.

Desarrollo económico, progreso social y políticas de seguridad social:
Frente a la existencia y el avance de la sociedad del conocimiento, hay un acuerdo cada vez mayor en cuanto a que la adquisición de capacitación de parte de los trabajadores actuales y potenciales como así también la inversión en educación y formación, constituyen la clave del desarrollo económico y social.
Las capacitaciones y la formación aumentan la productividad y los ingresos, y facilitan la participación de todos en la vida económico, social y cultural de la nación. De esta manera se puede construir una comunidad organizada en la cual todos los sectores participen activamente en el intercambio de bienes y servicios, en la producción de riqueza y su distribución y en el intercambio de los bienes simbólicos y culturales.
La principal función de un gobierno es generar trabajo digno para todos. En esa la línea, según la OIT, la finalidad primordial de la economía global debería ser promover oportunidades para que los hombres y las mujeres pudieran conseguir un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana. Ello exige el logro de cuatro objetivos estratégicos esenciales para el progreso social:
La creación de empleo (apoyada por inversiones crecientes y eficaces en desarrollo de recursos humanos, educación y formación para la empleabilidad, competitividad, crecimiento e integración social de todos);
La promoción de los derechos fundamentales en el trabajo;
La  mejora de la protección social;
La consolidación del dialogo social;
Los países con ingresos más elevados son también aquellos en los que los trabajadores han recibido más educación.
Las políticas pro empleo y la protección social están en el centro de las respuestas a la crisis mundial. Las crisis del empleo debilitan a las clases medias, amenazan la cohesión social y erosionan la confianza en los dirigentes.
Como existe entre la recuperación económica y la recuperación del empleo un desfasaje considerable, se vuelven esenciales para cubrirlo los sistemas de protección social.
En ese sentido, es necesario que en el futuro próximo, las políticas de seguridad social no se limiten exclusivamente a otorgar prestaciones económicas, sino que las mismas deben estar complementadas por capacitación y el otorgamiento de herramientas digitales para que todos los sectores económicos y sociales puedan integrarse en la sociedad del conocimiento.
Esto se puede lograr a través de las siguientes medidas:
Mantener en el empleo a las mujeres y los hombres tanto como sea posible, y respaldar a las empresas, en particular las pequeñas, medianas y microempresas;
Apoyar la creación de empleo y promover inversiones en sectores intensivos en empleo, incluidos los empleos verdes;
Facilitar una reinserción más rápida en el empleo y contener la deflación de los salarios;
Proteger a las personas y las familias afectadas por la crisis, en particular las más vulnerables y aquéllas en la economía informal, fortaleciendo los sistemas de protección social para mantener ingresos y niveles de subsistencia sostenibles, así como la seguridad de las pensiones;
Acelerar la recuperación del empleo y ampliar las oportunidades de ocupación, actuando simultáneamente sobre la demanda y la oferta de trabajo;
Dotar a la fuerza de trabajo de las competencias laborales necesarias tanto ahora como en el futuro.
Si se adoptan en forma coordinada estas políticas se puede estimular la demanda agregada y reforzar a las economías como un proceso de crecimiento más incluyente.
El crecimiento debe estar orientado hacia la generación de empleo y promover la cohesión social y debe contemplar la inclusión educativa y construcción de conocimiento vinculado al empleo y al desarrollo.
Es decir, que las políticas de seguridad social son necesarias para asegurar la vinculación entre el progreso social y el desarrollo económico.
Los sistemas de protección social sostenibles dirigidos a las personas vulnerables pueden evitar el aumento de la pobreza, solventar dificultades sociales y, al mismo tiempo, contribuir a estabilizar la economía y a mantener y fomentar la empleabilidad.
El Estado, los movimientos sociales, y la sociedad en su conjunto deben colaborar y aportar para ayudar a los grupos vulnerables más afectados por la crisis, por medio de una combinación de medidas de apoyo a los ingresos, desarrollo de competencias laborales y respeto del derecho a la igualdad.
En consecuencia, desde una perspectiva económica, es fundamental de cara al futuro salvaguardar el hombre en tanto integrante de una comunidad organizada. Este es el primer capital que hay que salvaguardar. Así se desprende claramente del más reciente documento del magisterio social de la Iglesia:
“La dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades y que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo, por parte de todos, o lo mantengan. Pensándolo bien, esto es también una exigencia de la “razón económica”. El aumento sistémico de las desigualdades entre grupos sociales dentro de un mismo país y entre las poblaciones de los diferentes países, es decir, el aumento masivo de la pobreza relativa, no sólo tiende a erosionar la cohesión social y, de este modo, poner en peligro la democracia, sino que tiene también un impacto negativo en el plano económico por el progresivo desgaste del “capital social”, es decir, del conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil.”[3].
Creo que en la Argentina, las políticas de seguridad social están orientadas en el sentido indicado precedentemente, motivo por el cual, deben ser apoyadas, consolidadas y profundizadas en el futuro.




[1] Manuel Castells, La Era de la Información. Economía, Sociedad y Cultura, Vol I La Sociedad Red, Siglo XXI editores, tercera edición en español, México, 2001, pág. 27 y siguientes.
[2] Manuel Castells, La Era de la Información. Economía, Sociedad y Cultura, Vol I La Sociedad Red, Siglo XXI editores, tercera edición en español, México, 2001, pág. 27 y siguientes.

[3] Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas In Veritate, punto 32, Editorial Ágape, Buenos Aires, 2009.

Publicado el 21/02/2015

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