El objeto del presente
artículo es abordar el debate sobre la legalización del aborto desde una
perspectiva política y geopolítica a la luz de nuestra realidad como país
sudamericano. Al darle esta perspectiva, lo que pretendemos es agregar
fundamentación teórica a la defensa de la persona humana desde su concepción
hasta su muerte, en concordancia con el magisterio de la Iglesia Católica.
Motiva el presente
trabajo, el hecho de que consideramos que dicha defensa no es una cuestión
meramente moral o que atañe exclusivamente a la conciencia individual de las
personas como muchas veces se expone ante la opinión pública.
Por el contrario,
consideramos que la defensa de la persona humana y su derecho fundamental a la
vida desde su inicio hasta su término, constituye el fundamento del convivencia
humana y de la comunidad política: “Todo
hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e
incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la
gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf.
Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su
término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente
este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la
convivencia humana y la misma comunidad política.”[1].
Pero además, la defensa de
la persona humana desde la concepción constituye para nuestro país una cuestión
estratégica de primer orden, pues está directamente vinculada con el desarrollo
de una política poblacional y de desarrollo territorial tan urgente como
necesaria debido a la extensión geográfica del mismo, a su escasa población y a
su mala distribución.
Estimamos de gran
trascendencia esta perspectiva, porque advertimos que la cuestión demográfica
no está visible en la agenda política de nuestro país. Sin embargo, si está
visible y son cuestiones relevantes en los países centrales (vgr. Europa y
EE.UU).
Un ejemplo elocuente lo
constituye el “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200: Implicaciones
del Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de EE.UU. e intereses
de ultramar (National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide
Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests, en adelante NSSM 200).
Dicho documento fue
completado el 10 de diciembre de 1974 por los Estados Unidos, por medio del
Consejo de Seguridad Nacional bajo la dirección de Henry Kissinger y adoptado
posteriormente como política oficial de
EE.UU. por el presidente Gerald Ford en noviembre de 1975. Si bien fue originalmente
clasificado, más tarde se desclasificó y fue obtenido y estudiado por diversos investigadores
en la década de 1990.
La tesis básica de la exposición del MSSM 200 es que
el crecimiento de la población en los países menos desarrollados (PMD) representaba
una preocupación de seguridad nacional de EE.UU., ya que incrementaría el
riesgo de disturbios civiles e inestabilidad política en los países que tenían
un alto potencial para el desarrollo económico y que además son poseedores de
recursos naturales que EE.UU necesita.
Por ese motivo, en dicho documento se recomienda a
los líderes de EE.UU que promuevan en los países en desarrollo políticas
antinatalistas que incluyen la esterilización y la legalización del aborto.
2.-
La defensa de la vida como fundamento de la convivencia humana y de la
comunidad política:
El derecho a la vida es uno de los Derechos Humanos
Universales recogido y aceptado en todas las Constituciones Políticas y en las restantes normas legales de los
diferentes países del mundo. Este derecho fundamental, también fue recepcionado
en los Tratados Internacionales que libre y voluntariamente algunos países han
integrado a sus respectivos ordenamientos.
Así pues, podemos citar la Declaración Universal de
Derechos Humanos, la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, la
Convención Americana de los Derechos Humanos, entre otros, que garantizan el
derecho a la vida, como un derecho fundamental autónomo.
El Derecho Internacional obliga a proteger la vida
humana desde la concepción, es decir, tanto antes como después del
nacimiento. Cabe hacer notar, que la evolución de la internacionalización
de los derechos humanos alcanza mayor fuerza día a día y aceptación a nivel
mundial. Es justamente el Derecho Internacional uno de los principales
promotores de los derechos humanos y de la protección integral de las personas
contra toda agresión que vulnere sus derechos. En ese orden, el derecho a
la vida constituye un valor supremo, cuya titularidad corresponde a todos los
individuos de la especie humana y cuya violación es de carácter irreversible,
ya que desaparece el titular de dicho derecho.
Esta perspectiva, está presente en el magisterio de
la Iglesia que señala puntualmente: “Cuando
la Iglesia declara que el respeto incondicional del derecho a la vida de toda
persona inocente —desde la concepción a su muerte natural— es uno de los
pilares sobre los que se basa toda sociedad civil, «quiere simplemente promover un Estado humano. Un
Estado que reconozca, como su deber primario, la defensa de los derechos
fundamentales de la persona humana, especialmente de la más débil. El Evangelio de la vida es para la ciudad de
los hombres. Trabajar en favor de la vida es contribuir a la renovación de la sociedad mediante la
edificación del bien común. En efecto, no es posible construir el bien común
sin reconocer y tutelar el derecho a la vida, sobre el que se fundamentan y
desarrollan todos los demás derechos inalienables del ser humano. Ni puede
tener bases sólidas una sociedad que —mientras afirma valores como la dignidad
de la persona, la justicia y la paz— se contradice radicalmente aceptando o
tolerando las formas más diversas de desprecio y violación de la vida humana
sobre todo si es débil y marginada. Sólo el respeto de la vida puede
fundamentar y garantizar los bienes más preciosos y necesarios de la sociedad,
como la democracia y la paz. En efecto, no puede haber verdadera democracia, si no se
reconoce la dignidad de cada persona y no se respetan sus derechos»[2].
El derecho a la vida también
se proyecta como un hito fundamental para el diseño de una política económica.
Efectivamente, en sí misma, la afirmación por la vida tiene una doble
connotación: el deber vivir de cada
uno y el correspondiente derecho de vivir de todos y cada uno. De este
deber/derecho de vivir han de derivarse todos los valores vigentes, valores que
hagan posible el deber y el derecho de vivir; pero también, el sistema de
propiedad, las estructuras sociales y las formas de cálculo económico, las
normas de distribución del producto, los patrones de consumo, es decir, las instituciones de la economía. La misma
posibilidad de la vida desemboca en estas exigencias.
Así por ejemplo, un sistema
de propiedad debe considerarse legítimo, en la medida en que sea compatible con
la vida real y material de todos, e ilegítimo, si no es compatible con esta
exigencia. Lo mismo podríamos decir de cualquier otra institución económica
parcial (empresa, organización, sindicato, etc.), y de las grandes
institucionalidades (Estado, mercado)[3].
Es decir, que el derecho a
la vida, desde el inicio hasta su término es el fundamento jurídico, político y
económico de la sociedad civil. La vulneración de este derecho fundamental a la
persona por nacer, erosiona el sostén de la comunidad política y de la
convivencia humana.
3.-
La importancia de incorporar el aspecto demográfico y geopolítico al análisis:
Tal como señalamos en la introducción del presente
trabajo, el “Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200: Implicaciones del
Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de EE.UU. e intereses de
ultramar”[4]
(National Security Study Memorandum 200: Implications of Worldwide Population
Growth for U.S. Security and Overseas Interests, NSSM200) se completó el 10 de diciembre de 1974 por los
Estados Unidos, Consejo de Seguridad Nacional, bajo la dirección de Henry
Kissinger.
La tesis básica de la exposición, es que el
crecimiento de la población en los países menos desarrollados (PMD) representa
una preocupación de seguridad nacional de EE.UU., ya que incrementaría el
riesgo de disturbios civiles e inestabilidad política en los países que tenían
un alto potencial para el desarrollo económico. Por ello, el gobierno de EE.UU.
asume como política de "máxima importancia" las promoción de medidas
de control poblacional, y la promoción de la anticoncepción entre 13 países muy
poblados, para frenar el rápido crecimiento poblacional. Ello, por cuanto los
EE.UU. consideran perjudicial la altas tasas de natalidad para el crecimiento
socio-político y económico de estos países y de los intereses nacionales de
EE.UU., puesto que la "economía de
los EE.UU. requerirá grandes y crecientes cantidades de minerales del extranjero".
Continúa el documento señalando que el crecimiento
poblacional de estos países podría producir fuerzas desestabilizadoras de
oposición en contra de Estados Unidos. Por ese motivo, recomienda a los líderes
de EE.UU. "influir en los líderes nacionales"
y que un mejorado apoyo mundial a los esfuerzos relacionados con políticas de
control poblacional, debe buscarse a través de un mayor énfasis en los medios
de comunicación masiva y otros programas de educación y motivación de la
población, por las Naciones Unidas (ONU), La Agencia de Información de EE.UU. (USIA
por sus siglas en inglés) y la Agencia
de los EE.UU para el Desarrollo Internacional (USAID por sus siglas en inglés).
"La
economía de EE.UU. requerirá abundante y crecientes minerales extranjeros,
especialmente de países menos desarrollados. Este hecho da mayor interés a
EE.UU. en la estabilidad política, económica y social de los países
proveedores. Dondequiera que una disminución de las presiones poblacionales, a
través de la reducción de la tasa de natalidad, puede aumentar las
posibilidades de dicha estabilidad, la política demográfica se hace relevante
para los suministros de recursos y para los intereses económicos de los Estados
Unidos. . . . La ubicación de reservas conocidas de minerales de grado superior
favorece la creciente dependencia de todas las regiones industrializadas en las
importaciones procedentes de los países menos desarrollados. Los verdaderos
problemas de suministros de minerales se encuentran, no en suficiencia física
básica, sino en las cuestiones político-económicas de acceso, las condiciones
para la exploración y explotación, y la división de los beneficios entre los
productores, los consumidores y los gobiernos del país de acogida"[5].
Para evitar el crecimiento demográfico en los PMD,
el NSSM 200 propone que se subsidien políticas de control de la natalidad y
plantea, que el éxito de dicha estrategia política no puede estar ajeno a la
fuerza del mercado que puede imponer estilos de vida hedonistas, donde el deseo
incesante, la búsqueda de confort y el consumismo exacerbado puedan imponer modos
de vida que favorezcan las campañas de control de la natalidad.
El magisterio de la Iglesia alerta sobre los
peligros que entraña una mentalidad hedonista,
y sexualmente irresponsable promovida por los medios de comunicación
social, que ve en la procreación una amenaza al desarrollo de la propia
personalidad: “A pesar de su diversa
naturaleza y peso moral, muy a menudo están íntimamente relacionados, como
frutos de una misma planta. Es cierto que no faltan casos en los que se llega a
la anticoncepción y al mismo aborto bajo la presión de múltiples dificultades
existenciales, que sin embargo nunca pueden eximir del esfuerzo por observar
plenamente la Ley de Dios. Pero en muchísimos otros casos estas prácticas
tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la
sexualidad y presuponen un concepto egoísta de libertad que ve en la
procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad. Así, la vida
que podría brotar del encuentro sexual se convierte en enemigo a evitar
absolutamente, y el aborto en la única respuesta posible frente a una
anticoncepción frustrada.”[6]
Advertimos, asimismo, que
como trasfondo de las propuestas del NSSM 200 están los métodos, y los
contenidos axiológicos de la teoría económica dominante liberal neoclásica.
Para ésta teoría, desarrollada en los países centrales, la racionalidad formal
abstracta (eficiencia, rendimiento, utilidad, competitividad, maximización,
equilibrios “macroeconómicos”, etc.), se ha transformado en la “substancia”, en
el valor supremo y el fin en sí mismo en referencia al cual la vida humana real
se puede reproducir o no.
Según esta teoría, la
producción tiene que ser, ante todo, lo más eficiente posible, máxima,
competitiva; para sólo después considerar y decidir cuántos y quiénes pueden
vivir a partir de este resultado. Y esto no excluye la necesidad de un “cálculo
de vidas”, de un sacrificio de vidas de hoy, para asegurar un supuesto mayor número
de vidas en un mañana venidero (siempre indefinido)[7].
Así pues, la eficiencia se
transforma en un fetiche y la exigencia y el derecho de vivir son aplastados en
nombre de esta eficiencia y de la lucha competitiva. Esta visión errada, se concretiza en la necesidad de parte de los
países centrales de financiar campañas antinatalistas que incluyen la
esterilización y el aborto, frente a la tasa de crecimiento negativo de su propia
población, para asegurar su propio interés.
Contrariamente, nosotros
consideramos que no se puede asegurar la libertad humana si no es sobre la base
del derecho de vivir. Vista desde la economía, esta libertad no es un
sometimiento ciego a la ley del valor,
una libertad entendida como renuncia misma a la libertad; sino, un “control
consciente de la ley del valor”; esto es, interpelación,
intervención y transformación sistemática de los mercados, en función del
criterio de la vida humana. Esto no implica la abolición de las relaciones
mercantiles ni su minimización (mal necesario), sino el sometimiento del
“cálculo de eficiencia”, del cálculo egocéntrico de utilidad, al derecho de
vivir de todos y todas, naturaleza y persona por nacer incluidos[8].
Sobre este aspecto, el magisterio de la Iglesia
plantea: “En efecto, si muchos y graves
aspectos de la actual problemática social pueden explicar en cierto modo el
clima de extendida incertidumbre moral y atenuar a veces en las personas la
responsabilidad objetiva, no es menos cierto que estamos frente a una realidad
más amplia, que se puede considerar como una verdadera y auténtica estructura de pecado, caracterizada
por la difusión de una cultura contraria a la solidaridad, que en muchos casos
se configura como verdadera « cultura de muerte ». Esta estructura está
activamente promovida por fuertes corrientes culturales, económicas y
políticas, portadoras de una concepción de la sociedad basada en la eficiencia[9].
Mirando las cosas desde este punto de vista, se puede hablar, en cierto
sentido, de una guerra de los
poderosos contra los débiles. La vida que exigiría más acogida,
amor y cuidado es tenida por inútil, o considerada como un peso insoportable y,
por tanto, despreciada de muchos modos. Quien, con su enfermedad, con su
minusvalidez o, más simplemente, con su misma presencia pone en discusión el
bienestar y el estilo de vida de los más aventajados, tiende a ser visto como
un enemigo del que hay que defenderse o a quien eliminar. Se desencadena así
una especie de « conjura contra
la vida », que afecta no sólo a las personas concretas en sus
relaciones individuales, familiares o de grupo, sino que va más allá llegando a
perjudicar y alterar, a nivel mundial, las relaciones entre los pueblos y los
Estados.”[10]
Un aspecto que debe ser
subrayado del memorándum, es que señala que ninguno de los métodos
anticonceptivos disponibles es completamente efectivo, no obstante lo cual
propone la liberación de la comercialización de pastillas anticonceptivas. Liberación,
que genera la delegación en el mercado farmacéutico y en los laboratorios parte
de la política demográfica de los países, lo cual es per se gravísimo.
Pero lo más grave, es que
finalmente el NSSM 200 afirma que ningún
país ha reducido su crecimiento de la población sin recurrir al aborto. El aborto,
según esta lógica, es el más eficiente y rápido método de control poblacional[11].
Ninguna organización
social que haya dado prioridad al hombre frente a otro tipo de interés ha
permitido el aborto. Si lo ha permitido el capitalismo, especialmente cuando
tiene necesidad extrema de apropiarse de los recursos naturales ubicados en los
países periféricos para su propia industria. Se trata de otra manifestación del
predominio de la razón instrumental fetichizada, que termina explotando al
hombre hasta amenazar su misma supervivencia.
Veamos cómo trata el magisterio eclesial la cuestión demográfica: “Otro fenómeno actual, en el que confluyen frecuentemente
amenazas y atentados contra la vida, es el demográfico. Este presenta modalidades diversas en las
diferentes partes del mundo: en los Países ricos y desarrollados se registra
una preocupante reducción o caída de los nacimientos; los Países pobres, por el
contrario, presentan en general una elevada tasa de aumento de la población,
difícilmente soportable en un contexto de menor desarrollo económico y social,
o incluso de grave subdesarrollo. Ante la superpoblación de los Países pobres
faltan, a nivel internacional, medidas globales —serias políticas familiares y
sociales, programas de desarrollo cultural y de justa producción y distribución
de los recursos— mientras se continúan realizando políticas antinatalistas. La
anticoncepción, la esterilización y el aborto están ciertamente entre las
causas que contribuyen a crear situaciones de fuerte descenso de la natalidad.
Puede ser fácil la tentación de recurrir también a los mismos métodos y atentados
contra la vida en las situaciones de « explosión demográfica”. El antiguo
Faraón, viendo como una pesadilla la presencia y aumento de los hijos de
Israel, los sometió a toda forma de opresión y ordenó que fueran asesinados
todos los recién nacidos varones de las mujeres hebreas (cf. Ex 1, 7-22). Del mismo modo se
comportan hoy no pocos poderosos de la tierra. Estos consideran también como
una pesadilla el crecimiento demográfico actual y temen que los pueblos más
prolíficos y más pobres representen una amenaza para el bienestar y la
tranquilidad de sus Países. Por consiguiente, antes que querer afrontar y
resolver estos graves problemas respetando la dignidad de las personas y de las
familias, y el derecho inviolable de todo hombre a la vida, prefieren promover
e imponer por cualquier medio una masiva planificación de los nacimientos. Las
mismas ayudas económicas, que estarían dispuestos a dar, se condicionan
injustamente a la aceptación de una política antinatalista.”[12]
4.-
Conclusión:
La defensa de la vida humana desde la concepción
hasta su término natural, puede ser ensayada desde diferentes perspectivas o
abordajes: ética, política, económica, filosófica, teológica, etc.
En el presente trabajo intentamos señalar, aunque
sea someramente, la perspectiva geopolítica de la cuestión y demostrar como
EE.UU. –una potencia central- viene operando e influyendo en los gobiernos de
los PMD y en los organismos internacionales para que se implementen campañas de
control de la natalidad que incluyan la esterilización y el aborto.
La defensa del derecho fundamental a la vida desde
la concepción hasta su término natural, es uno de los fundamentos de la
comunidad política y de la convivencia humana. El oscurecimiento de esta
cuestión fundamental es demostrativa del eclipse de la razón y de la
cosificación de la persona humana que deja de ser el fundamento de la vida
política.
Además, situados en nuestro país, donde está
pendiente de desarrollo una política pública de desarrollo poblacional y de
arraigo territorial, la legalización del aborto iría directamente en contra de
los intereses nacionales y del bien común, pues se favorecería los intereses de
los países centrales que, tal como está acreditado con el documento NSSM 200
del Consejo de Seguridad de EE.UU, buscan que descienda la tasa de natalidad de
los países menos desarrollados, especialmente si poseen recursos naturales.
En
ese orden, se debe tener presente que el
objetivo europeo de estabilizar la tasa de natalidad en 2,1 hijos por madre a
escala continental (que garantiza el recambio generacional), aún no se logró.
En la Argentina de 2017 el índice es de 2,31 con un significativo descenso en
los últimos 20 años y con tendencia a llegar a 1,8 en pocos años[13].
Estas
cifras implican casi un suicidio colectivo, que desde nuestra perspectiva se
verá agravado por la legalización del aborto. Somos la 8ª superficie territorial de la
Tierra con muy baja población y encima mal distribuida, concentrada en apenas
1/3 del territorio.
Consideramos
entonces, que la polémica acerca de la legalización del aborto es una cuestión
política y especialmente geopolítica de primer orden, que debe insertarse
dentro de un proyecto de desarrollo poblacional para nuestro país y para
nuestro continente.
[1] Juan Pablo II, Evangelium Vitae, N° 2, consulta en linea en http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
con fecha 28 de febrero de 2018.
[2] Juan Pablo II, Evangelium Vitae, N° 101, consulta en linea en http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
con fecha 28 de febrero de 2018.
[3] Hinkelammert, Franz J. et alter “Hacia una economía
para la vida” 2da. Edición revisada y aumentada, San José, Costa Rica, 2006.
[4] Kissinger, Henry A. NSSM 200 “Consecuencias del crecimiento
poblacional para la seguridad de los Estados Unidos y sus intereses de
ultramar” Consejo de Seguridad de los Estados Unidos, 10 de diciembre de 1974.
[5] Kissinger, Henry A.
NSSM 200 “Consecuencias del crecimiento poblacional para la seguridad de los
Estados Unidos y sus intereses de ultramar” Consejo de Seguridad de los Estados
Unidos, 10 de diciembre de 1974, capítulo III “Minerales y Combustible”.
[6] Juan Pablo II, Evangelium Vitae, N° 13, consulta en linea en: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
de fecha 28 de febrero 2018.
[7] “Una sociedad libre requiere de ciertas morales que en última
instancia se reducen a la manutención de vidas: no a la manutención de todas
las vidas porque podría ser necesario sacrificar vidas individuales para
preservar un número mayor de otras vidas. Por lo tanto las únicas reglas
morales son las que llevan al “cálculo de vidas”: la propiedad y el contrato”.
(Entrevista en El Mercurio,
12-04-1981, Santiago de Chile). Este cálculo de vidas de Hayek es en realidad
un cálculo de muertes, en donde la aproximación al mercado total se transforma
en un gran sacrificio de vidas humanas.
[8] Hinkelammert, Franz
J. et alter “Hacia una economía para la vida” 2da. Edición revisada y
aumentada, San José, Costa Rica, 2006.
[9] El subrayado nos pertenece.
[10] Juan Pablo II, Evangelium
Vitae, N° 12, consulta en línea en: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
con fecha 28 de febrero de 2018.
[11] Ares, Paulo G., “Peron vs. Kissinger. La Revolución Armoniosa
Peronista vs. La Razón Instrumental Economicista” Ediciones Fabro, 1ra edición,
Bs. As.Argentina.
[12] Juan Pablo II, Evangelium
Vitae, N° 16, consulta en línea en: http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae.html
con fecha 28 de febrero de 2018.
[13]Disponible en internet en: https://www.datosmacro.com/demografia/natalidad/argentina
consulta en línea en fecha 1 de marzo de 2018.
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