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miércoles, 18 de marzo de 2020

DOSTOYEVSKY Y LA HYBRIS DE LA MODERNIDAD:


En medio de la Pandemia producida por el COVID-19 (CoronaVirus), son muchos los expertos y analistas que avizoran consecuencias muy sustantivas sobre el modelo de organización social, económica y política del planeta. Muchos pronostican un replanteo significativo de la globalización y un resurgimiento de los Estados Nacionales . 
En mi caso, yo creo que sobre esta realidad, también podemos plantearnos los fundamentos sobre los cuales está edificado nuestro sistema de producción y consumo, pues si como humanidad continuamos manteniendo este modelo de hiperconsumismo, las consecuencias sobre la naturaleza y sobre el mismo hombre, en poco tiempo serán irreversibles.
En este marco, me parece interesante compartir esta reflexión de Fiodor Dostoyevsky en "Los Hermanos Karamazov" sobre el origen del orgullo luciferino del hombre en la modernidad, porque entiendo que allí están descriptas con singular claridad la génesis de nuestros males y problemas.
"Cuanto me gustan los sueños de mis amiguitos fogosos y sedientos de vida! "Ahí viven gentes nuevas", decías tu en la primavera última cuando te preparabas a venir aquí. "Quieren destruirlo todo y volver a la antropofagia. Los tontos no me lo han consultado. Mi opinión es que no hay que destruir nada, sino es la idea de Dios en el espíritu del hombre: Por ahí hay que comenzar. ¡Oh los ciegos! ¡No comprenden nada! Una vez que la humanidad profese el ateísmo, y creo que esa época a imitación de las épocas geológicas, llegará a su hora, entonces, sin antropofagia, desaparecerá por si misma la antigua concepción del mundo, y sobre todo la antigua moral. Los hombres se unirán para retirar de la vida todas las alegrías posibles, pero únicamente en este mundo. El espíritu humano se elevará hasta un titánico orgullo y la humanidad será deificada. Triunfante sin límite de la naturaleza por la ciencia y la energía, el hombre sentirá constantemente por eso mismo una alegría tan intensa que reemplazará por sí las esperanzas y las alegrías celestiales. Cada uno sabrá que es mortal sin esperanza de resurrección y se resignará a la muerte con un orgullo tranquilo, como un dios. Por orgullo, se abstendría de murmurar contra la brevedad de la vida y amaría a sus hermanos de manera desinteresada. El amor no procurará más que breves regocijos, pero el mismo sentimiento de su brevedad reforzará la intensidad tanto como antes se diseminaba en las esperanzas de un amor eterno, de ultratumba." ...y así sucesivamente. ¡Es encantandor! "

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