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lunes, 27 de enero de 2025

Primer análisis de la geopolítica de EE.UU. a partir de la asunción de Trump:

 


1.- Introducción y contexto:

La asunción de Donald Trump como presidente de los EE.UU., es y será un punto de inflexión en el entramado de las relaciones internacionales y en el panorama ideológico global. Su contundente victoria le otorga el control sobre ambas cámaras del Congreso y augura una política exterior marcada por un pragmatismo descarnado y una visión geopolítica centrada en una retórica de confrontación con China, pero que en realidad parece esconder una lógica transaccional con el gigante asiático. Asimismo,  desde el punto de vista cultural, su gestión estará caracterizada como una profunda contrarrevolución conservadora que posiblemente reconfigure el panorama político occidental.

En este contexto,  mientras el cambio climático habilita nuevas rutas en el Polo Norte cobra importancia la denominada “geopolítica de los accesos”[1]. Esta refiere al control (directo e indirecto) sobre los accesos marítimos (o fluviales) estratégicos desde el punto de vista geoeconómico (flujos de bienes y suministros críticos) y geopolítico (ventajas militares frente a diversas hipótesis de conflicto). Los principales movimientos de esta geopolítica parecen ocurrir en el Indo-Pacífico. En los últimos años, China viene desarrollando, junto con Tailandia y Malasia, ejercicios militares en el estrecho de Malaca. Por su parte, en 2024, Estados Unidos, el Reino Unido y Australia lanzaron, en el marco de la alianza AUKUS, el primer ejercicio militar a gran escala en la Bahía de Jervis, situada en Australia.

La alianza llamada AUKUS tiene como objetivo contrarrestar la expansión militar china en la región y está integrada por Reino Unido, Estados Unidos y Australia. La misma, anunciada en 2021, ha servido para el desarrollo de submarinos de propulsión nuclear para Australia, así como la cooperación en áreas de defensa avanzada y ciberseguridad.

Con anterioridad, en 2017, el gobierno de Estados Unidos había hecho revivir el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD), una iniciativa que había sido creada diez años antes y luego quedó en desuso. El foro incluye a Estados Unidos, Japón, Australia e India, y su reactivación representó un esfuerzo por coordinar estrategias de seguridad y defensa en el Indo-Pacífico, en respuesta a la creciente influencia de China.

En el actual momento de conflictividad entre grandes potencias y de fragmentación geoeconómica, queda cada vez más evidente cómo el comercio internacional, la logística marítima y el poderío militar marítimo están fuertemente entrelazados. Un dato relevante, es que en 2024 hubo, grandes demoras en el canal de Panamá por la extrema sequía, e interrupciones en el canal de Suez por el ataque de los rebeldes hutíes de Yemen a los barcos comerciales debido a la guerra en Gaza.

Esta situación obligó a buscar rutas alternativas para la navegación comercial de contenedores a través del estrecho de Magallanes (Chile) y el cabo de Buena Esperanza (Sudáfrica), lo que evidencia una revalorización estratégica de estos accesos alternativos dado los contextos geopolíticos descriptos.

En el contexto de la geopolítica de los accesos, es esperable que la administración Trump ejerza influencia sobre la región más austral del hemisferio, donde se encuentran accesos con un renovado valor estratégico, como el estrecho de Magallanes y enclaves próximos a la Antártida como son Ushuaia y Punta Arena.

A su vez, en un orden internacional anémico en términos de respeto de las normas, todo se justifica por razones del interés y de seguridad nacional. Es decir, que las llamadas preocupaciones de seguridad están por encima de todo. Por lo tanto, no hay que entender la geopolítica de los accesos a través de la lente del mundo de hiperglobalización en que solíamos vivir, sino de la de una globalización de riesgos, marcada por la constitución de regionalismos parcelados semejante al modelo geopolítico de las pan regiones expuesto por el teórico alemán Karl Haushofer.

En ese sentido, una de las hipótesis en relación con la configuración del poder global bajo el segundo mandato de Trump refiere que, más allá de su oratoria combativa, lo que busca es una negociación con Rusia y China por zonas de influencia regionales, en la que Washington tendría un renovado interés por controlar su área contigua (“América para los americanos”, según la Doctrina Monroe) alivianando y relajando las presiones y la injerencia en otras geografías.

2.- Los posibles ejes de la política internacional en la era Trump:

La competencia con China se presenta –prima facie- como el eje articulador de toda la política exterior estadounidense. Esta visión explica movimientos que en un principio pueden parecer dispersos, desde el interés por Groenlandia hasta la atención renovada hacia el Canal de Panamá. El interés por Groenlandia, que ha generado tensiones con Dinamarca, no se debe a un simple capricho territorial. Esta inmensa isla ártica representa un punto estratégico crucial en la competencia con China por el control de las rutas marítimas polares y el acceso a recursos naturales críticos. Por eso, en el corazón del Ártico, Groenlandia se ha convertido en el epicentro de una batalla geopolítica silenciosa que Trump simplemente ayudó a visibilizar.

La isla y el ártico, almacenan vastos recursos naturales y se encuentran en medio de una compleja red de intereses donde China emerge como un participante de creciente importancia, tejiendo una estrategia multifacética que abarca desde la colaboración científica hasta vínculos económicos y políticos. Mientras el deshielo glaciar desvela nuevas oportunidades de explotación, Groenlandia tiene como objetivo independizarse de Dinamarca, su antigua potencia colonial, en un momento en que el panorama internacional no podría ser más intrincado.

Por su parte, la creciente presencia china, aunque no explícitamente apoye la independencia groenlandesa, alimenta indirectamente estas aspiraciones, generando inquietud tanto en Dinamarca, que ve amenazado su histórico dominio sobre la isla, como en Estados Unidos, temeroso de perder su posición estratégica en la región. En este tablero geopolítico, China mantiene sus opciones abiertas, contemplando, como la posibilidad de ganar influencia en Groenlandia, en su búsqueda por establecer una presencia significativa en el Ártico.

El interés chino abarca virtualmente a todos los sectores de la economía groenlandesa, incluidos por supuesto sus recursos energéticos. Sus compañías petroleras insisten en obtener concesiones para la explotación de la zona costera del norte de la isla. Hay también cuatro proyectos mineros en desarrollo, asociados a la extracción de hierro, cobre y otros minerales. El Partido Popular Danés, una formación nacionalista alerta contra el peligro de que Groenlandia termine transformada en un protectorado chino.

Lo concreto es que las actividades de China en Groenlandia se han intensificado y expandido de manera constante en los últimos años y el gobierno de Groenlandia tiene una actitud positiva hacia China y le da la bienvenida a sus inversiones[2].

En ese orden, el despliegue de influencia de Washington sobre las adyacencias del círculo polar ártico y por el canal bioceánico no es novedosos. De hecho fue muy fuerte bajo el gobierno de Joe Biden. Desde 2023, los think tanks de Washington observan las posibles implicancias estratégicas del avance de los independentistas en Groenlandia en las elecciones de abril de 2025 y las discusiones sobre la independencia en la isla.

Una lógica similar se aplica al renovado interés de EE.UU. por el Canal de Panamá. La creciente presencia china en la administración de esta vital arteria del comercio mundial preocupa a Washington. Trump ha señalado que los altos costes de tránsito impuestos a los buques estadounidenses suponen una desventaja estratégica que debe corregirse, lo que sugiere una posible intervención más directa en la gestión del canal.

En marzo de 2024, la General Laura J. Richardson, entonces jefa del Comando Sur, señaló ante el Congreso que las inversiones chinas en infraestructura sirven como “puntos de futuro acceso multidominio” para el ejército chino, refiriéndose puntualmente al canal[3].

Siguiendo con la perspectiva continental, Latinoamérica ocupa un lugar particular en este nuevo esquema geopolítico e ideológico. La región se percibirá principalmente a través del prisma de la competencia con China, junto con las preocupaciones tradicionales sobre inmigración y narcotráfico. La creciente influencia económica china en la región, manifestada en inversiones masivas en infraestructura y acuerdos comerciales, representa un desafío directo a la hegemonía estadounidense en su propia “oikumene” o zona de influencia, frente al cual Trump no permanecerá pasivo.

En noviembre de 2024, en el marco de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés), la presidenta de Perú, Dina Boluarte, y el presidente de la República Popular China, Xi Jinping, inauguraron el megapuerto de Chancay, una inversión de la firma estatal China Ocean Shipping Company, conocida como COSCO, de más de 3.400 millones de dólares.

El puerto cuenta con 15 muelles operativos con capacidad de recibir buques Post Panamax -barcos modernos tan colosales que superaban las limitaciones de tamaño del canal de Panamá original- en solo 25 días de navegación desde China. Habrá que ver la reacción del nuevo gobierno de EE.UU. frente a esta realidad, considerando que dicho puerto puede ser para China un punto de acceso multidominio.

En lo que respecta a Europa, la reconfiguración de la OTAN también experimentará cambios significativos bajo una nueva administración Trump. Su visión realista de las relaciones internacionales sugiere un enfoque más transaccional hacia la alianza atlántica, por lo que es posible que exija mayores contribuciones financieras de los aliados europeos y ponga en duda el compromiso automático de defensa mutua.

En Oriente Medio, Trump promete traer la paz, aunque sin especificar cómo. Su historial de políticas proisraelíes y su relación cercana con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sugieren que seguirá apoyando a Israel, aunque también ha expresado su deseo de poner fin al conflicto en Gaza. 

Su primer éxito en la arena internacional ha sido la tregua obtenida y la liberación de rehenes. Como queda claro al leer la declaración de los qataríes, que ejercieron de mediadores, el papel del equipo de Trump, encabezado por Steve Witkoff, fue más decisivo que el de la administración saliente[4]. Otro elemento será su enfoque de «máxima presión» contra Irán, que probablemente se intensificará, lo que podría generar nuevas tensiones regionales.

En relación a la guerra en Europa, la administración Trump ve el conflicto ucraniano dentro de un contexto geopolítico más amplio, donde el verdadero rival estratégico no es Moscú, sino Pekín. En este sentido, se considera desde su óptica un grave error táctico de la administración de Joe  Biden haber convertido a Rusia en el principal villano y aislarla, lo que solo ha conseguido acercarla más a China.

Todo indica que la política comercial hacia China será particularmente agresiva. Trump ha anunciado aumentos significativos en los aranceles a las importaciones chinas y ha señalado que utilizará todas las herramientas disponibles para reducir la influencia económica de Pekín. Esta postura podría tener consecuencias globales, alterar las cadenas de suministro internacionales y obligar a muchos países a posicionarse en la rivalidad chino-estadounidense. Aunque no podemos dejar de señalar que la retórica confrontativa de Trump es parte de su política transaccional para obtener concesiones.

En el ámbito interno y cultural, esta nueva era Trump representa mucho más que un cambio en la política exterior. Su administración promete desencadenar una profunda contrarrevolución conservadora que fusiona el nacionalismo tradicional con elementos del denominado tecnopopulismo moderno. Esta transformación cuenta con poderosos aliados como Elon Musk, Larry Ellison, Jeff Bezos, Sam Altman, etc., que simbolizan por un lado, la convergencia entre el poder tecnológico y el conservadurismo cultural y por el otro, la intención de generar una era dorada en inteligencia artificial en EE.UU. que supere definitivamente a China en la carrera tecnológica y conformar un nuevo establishment con inocultables connotaciones transhumanistas.

3.- La guerra cultural de la era Trump de alcance global:

La guerra contra la denominada “cultura woke” y el progresismo ocupa y ocupará un lugar central en esta nueva administración. Trump ha prometido desmantelar lo que denomina «adoctrinamiento de género» en las escuelas, universidades y corporaciones estadounidenses. Esta ofensiva cultural probablemente incluirá recortes significativos en financiamiento federal para programas de diversidad e inclusión, así como presión sobre instituciones educativas que promuevan lo que los conservadores consideran una «ideología progresista radical».

El modelo de Viktor Orbán en Hungría es un ejemplo de esta transformación cultural. Al igual que el líder húngaro, Trump busca utilizar el poder del Estado para promover valores tradicionales y nacionalistas, y atacar lo que considera la hegemonía cultural progresista en los medios de comunicación, las universidades y el mundo artístico. Esta estrategia incluye el fortalecimiento de medios de comunicación conservadores y la creación de instituciones culturales alternativas que promuevan una narrativa conservadora y nacionalista.

La visión de Trump y sus aliados tecnopopulistas trasciende las fronteras estadounidenses. Su objetivo es establecer una red internacional de líderes y movimientos conservadores que compartan su oposición al globalismo progresista y su tecno optimismo basado en la Inteligencia Artificial y el capitalismo algorítmico.

En el ámbito tecnológico, figuras como Musk no solo aportan recursos económicos, sino también plataformas de comunicación fundamentales para esta “revolución conservadora” y para “la era dorada en IA”. La transformación de Twitter simboliza esta unión entre el poder tecnológico y el conservadurismo cultural, creando espacios digitales donde las voces conservadoras pueden prosperar sin las restricciones que, según ellos, suponen la «censura progresista».

Esta contrarrevolución conservadora también tiene una dimensión económica significativa. A diferencia del conservadurismo tradicional pro mercado, esta nueva derecha adopta un nacionalismo económico que no teme utilizar el poder estatal para alcanzar sus objetivos. Las políticas proteccionistas, combinadas con alianzas públicas y privadas para el desarrollo de la Inteligencia Artificial y la reindustrialización, forman parte de una estrategia más amplia para reconstruir una base económica nacional fuerte y una nueva elite alineada con los valores de la nueva era que pretenden inaugurar.

Un ejemplo concreto es el proyecto para desarrollar Inteligencia Artificial denominado “Start Gate”.  Este proyecto planea construir un complejo de centros de datos gigantescos en Abilene, Texas, que impulsará el auge de la inteligencia artificial sobrehumana. Hasta ahora, los inversores han comprometido 500.000 millones de dólares en los próximos cuatro años, aunque esa cifra podría subir o bajar a medida que el dinero real llegue a la mesa.

El proyecto en cuestión tiene características transhumanas y la intención de establecer un sofisticado dispositivo de cibercontrol sobre la sociedad. Así pues, Larry Ellison, el creador de Oracle, y uno de los magnates que participa de Start Gate,  en el otoño pasado, dijo a los analistas financieros de Oracle, que su tecnología podría mejorar el mundo mediante la vigilancia masiva y la modificación del comportamiento. “Los ciudadanos se comportarán de la mejor manera posible, porque estamos constantemente registrando e informando de todo lo que sucede”. Es como tener a Dios vigilando a todo el mundo, pero con resultados más tangibles y lucrativos[5].

En consonancia con ese tema, otro participante del proyecto, Sam Altman señaló en su blog, que quiere proporcionar agentes avanzados de IA para una vigilancia personalizada: “Nuestros hijos tendrán tutores virtuales que podrán brindarles instrucción personalizada en cualquier materia, en cualquier idioma y al ritmo que necesiten. Podremos imaginar ideas similares para una mejor atención médica, la capacidad de crear cualquier tipo de software que alguien pueda imaginar y mucho más”[6]; básicamente, un ángel guardián presentado por Microsoft y OpenAI.

Si bien el lanzamiento de la aplicación china Deepseek el 20 de enero puso en jaque esa narrativa justo en el momento en que acababa de consolidarse es previsible una pronta reacción estadounidense, pues no dejarán de lado su intento de iniciar una nueva “era dorada”. Lo que también queda claro es el interrogante profundo sobre la relación entre poder, innovación y acceso a la tecnología.

4.- Conclusión:

La nueva administración Trump, se presenta con luces y sombras en el plano geopolítico e ideológico. No parecen existir dudas en cuanto a que la competencia con China se presenta como el eje articulador de toda la política exterior estadounidense.

En este contexto de competencia entre potencias cobra importancia la denominada “geopolítica de los accesos” referida al control (directo e indirecto) sobre los accesos marítimos (o fluviales) estratégicos desde el punto de vista geoeconómico (flujos de bienes y suministros críticos) y geopolítico (ventajas militares frente a diversas hipótesis de conflicto). De allí las pretensiones explicitadas por Trump respecto al canal de Panamá y Groenlandia.

Una de las hipótesis en relación con la configuración del poder global bajo el segundo mandato de Trump refiere a una negociación con Rusia y China por zonas de influencia regionales (pan regiones), en la que Washington tendría un renovado interés por controlar su área contigua (“América para los americanos”, según la Doctrina Monroe) alivianando y relajando las presiones y la injerencia en otras geografías.

En el contexto de la geopolítica de los accesos, es esperable que la administración Trump ejerza influencia sobre la región más austral del hemisferio, donde se encuentran accesos con un renovado valor estratégico, como el estrecho de Magallanes y enclaves próximos a la Antártida como son Ushuaia y Punta Arena. 

Asimismo, la presidencia de Trump buscará el fin definitivo del orden internacional liberal y el inicio de una era de competencia geopolítica más explícita y descarnada, acompañada de una profunda transformación ideológica en Occidente hacia tendencias conservadoras y nacionalistas.

La capacidad de adaptación a esta nueva realidad determinará en gran medida el éxito o fracaso de las naciones en los próximos años, mientras que la influencia de esta transformación ideológica se sentirá especialmente en Europa y en otros países que pertenecen al hemisferio occidental, donde movimientos similares buscan emular el modelo Trump-Orbán. Todos ellos comparten una visión común: el rechazo al multiculturalismo, la oposición a la inmigración masiva, la defensa de valores tradicionales y una crítica feroz al «globalismo progresista».

Por último, es inquietante desde una perspectiva civilizacional, el anuncio con tanto énfasis del inicio de una era dorada para EE.UU basada en el desarrollo de la inteligencia artificial que supere definitivamente a China China pese al golpe recibido con el lanzamiento de la aplicación Deepseek. 

Esta transformación liderada por empresarios como Elon Musk, Larry Ellison, Jeff Bezos, Sam Altman, simbolizan por un lado, la convergencia entre el poder tecnológico y el conservadurismo cultural y por el otro, pretenden conformar un nuevo establishment con inocultables connotaciones transhumanistas. Debemos considerar que estos magnates tecnológicos, han adquirido un poder exorbitante sobre todos, incluidos los capitalistas tradicionales y que pretenden instaurarse como la nueva elite dirigencial del futuro[7]. 



[1] Esteban Actis, Revista Nueva Sociedad, enero de 2025.

[2] Chuan Chen, El compromiso de China en Groenlandia: beneficios económicos mutuos y no interferencia política, consulta en línea en:https://polarresearch.net/index.php/polar/article/view/7706/14453

[3] La creciente influencia de China sobre los puertos mundiales causa preocupación en Washington, consulta en línea en: https://www.nytimes.com/es/2025/01/03/espanol/estados-unidos/china-puertos-canal-panama-eeuu.html

[4] El jeque, el magnate y el diplomático: el trío que selló la tregua de Gaza, consulta en línea en: https://www.nytimes.com/es/2025/01/19/espanol/mundo/gaza-tregua-negociaciones.html

[5] Larry Ellison predice el auge del estado de vigilancia moderno donde "los ciudadanos se comportarán de la mejor manera", consulta en línea en: https://fortune.com/2024/09/17/oracle-larry-ellison-surveillance-state-police-ai/

[6] Sam Altman, La era de la inteligencia, consulta en línea en: https://ia.samaltman.com/

[7]  Yanis Varoufakis, “Cloudalistas: nuestra nueva clase dirigente basada en la nube – Artículo de opinión de Project Syndicate”, consulta en línea en: https://www.yanisvaroufakis.eu/2022/04/12/cloudalists-our-new-cloud-based-ruling-class-project-syndicate-op-ed/


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