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viernes, 28 de febrero de 2025

IMPLICANCIAS GEOPOLITICAS DE LAS NEGOCIACIONES DE PAZ EN UCRANIA:

 

1.- Los ejes geopolíticos de EE.UU.

El inicio de la era Trump en EE.UU. parece moverse en base a cinco ejes principales: a) Una visión geopolítica de confrontación con China, pero con matices, puesto que detrás de la retórica confrontativa, parece buscar una negociación con los mismos chinos y con Rusia por zonas de influencia regionales; b) En ese marco, buscar una convergencia de intereses con Rusia para fortalecer a EE.UU en la disputa con China; c) Que EEUU refuerce el control sobre su área contigua (“América para los americanos”, según la Doctrina Monroe) aliviando presiones en otras geografías, especialmente en Europa; d) que EE.UU se vuelva concentrar en el lndo Pacífico donde China, su gran rival, evidenció pretensiones expansionistas; e) que en sus decisiones estratégicas EE.UU. va a priorizar sus propios intereses inmediatos y sus acciones se basarán en la consideración de los hechos y no en orientaciones morales o ideológicas (enfoque realista).

2.- Las negociaciones con Rusia para alcanzar la paz en Ucrania:

En este contexto, el 18 de febrero de este 2025, delegaciones de alto nivel de Estados Unidos y Rusia se reunieron en Riad, capital de Arabia Saudita, para dar inicio a una ronda de negociaciones destinadas a poner fin a la guerra en Ucrania.

Previamente, la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de no consultar ni advertir a los líderes europeos antes de hablar con el presidente ruso Vladimir Putin, fue un síntoma de cuán irrelevante se ha vuelto Europa en el tablero mundial, incluso cuando sus intereses geopolíticos están en juego.[1]

El reciente encuentro entre los presidentes de Ucrania y de EE.UU. en el salón oval, por un lado evidenció  las diferencias en torno a las negociaciones de paz entre los europeos y norteamericanos. Por otro lado, también  refuerza la hipótesis de que la administración Trump está enfocada en defender sus propios intereses sin considerar los de sus aliados de la OTAN, incluido Inglaterra.  Por último, pone de manifiesto que está en peligro la subsistencia de la Alianza Atlántica y que estamos ante el surgimiento de un nuevo orden internacional. 

3.- Posibles consecuencias de la paz en Ucrania:

El inicio de estas negociaciones de paz confirma que la estrategia de Washington está enfocada fundamentalmente en su confrontación con China en el Indo-Pacífico y en reforzar sus intereses en América Latina y en el ártico.

En efecto, para China, tanto el conflicto en Gaza como la crisis ruso-ucraniana si bien alteró la marcha de su proyecto de infraestructura denominado “La nueva ruta de la Seda”, también obstaculizó el intento estadounidense de centrarse en la región del Indo-Pacífico, otorgándole a China un margen bastante amplio de maniobra.[2] La normalización de las relaciones entre Rusia y Estados Unidos puede llevar a los rusos a centrarse en sus relaciones con Occidente y reducir su cooperación con China, especialmente en temas militares y económicos.

Por su parte, la paz serviría a Moscú para intentar equilibrar la relación de poder con Beijing, especialmente en Asia Central, territorio que los rusos consideran su zona de influencia directa. Recordemos, que si bien China y Rusia pueden establecer una alianza comercial, lo cierto es que en el pasado han mantenido conflictos relevantes, que asumen agendas separadas y que tienen múltiples intereses antagónicos.[3]

Para Estados Unidos, reducir el enfoque en el conflicto europeo de largo plazo le permitirá movilizar más recursos hacia la región Indo-Pacífica y reforzar alianzas estratégicas con países como Japón, India[4] y Australia, con los que selló, en 2017, un acuerdo diplomático y militar (QUAD) para contrarrestar el aumento del poder económico y militar chino.

Por su parte, ante este nuevo equilibrio, China podría tener que adaptar su enfoque estratégico para proteger sus intereses en estas áreas. Hasta el presente, la asociación estratégica con Rusia demostró ser un instrumento exitoso para los intereses chinos, centrados en contrarrestar las amenazas percibidas de Estados Unidos y sus aliados europeos y de la región del Indo-Pacífico.[5]

Entre los efectos no deseados para EE. UU, se puede mencionar que quitarle el apoyo a Ucrania por un lado y a los europeos, que han sido sus aliados desde la segunda guerra mundial en adelante en la OTAN, le puede generar una perdida de prestigio y de confiabilidad, que repercuta significativamente en sus acciones futuras.

4.- Efectos para Latinoamérica:

Para Latinoamérica, si bien la región no está directamente involucrada en el conflicto ucraniano o en las dinámicas europeas, un acercamiento entre Rusia y Estados Unidos también tendría un impacto significativo, aunque de manera indirecta. Trump busca priorizar los intereses estadounidenses en el hemisferio occidental y recuperar la zona de influencia que cree que es natural para Estados Unidos (Latinoamérica), limitando la influencia extra regional (China, Rusia, Europa e Irán). Asimismo, cree que la situación en Ucrania es un asunto que compete directamente a los europeos, y que no repercute sobre la seguridad nacional estadounidense, lo cual se refleja en su tendencia hacia una política exterior más centrada en los intereses inmediatos de los Estados Unidos [6].

La relación del gigante asiático con Latinoamérica ha venido desarrollándose de forma acelerada durante las últimas dos décadas. Inicialmente, el interés de China hacia la región se centró en la adquisición de materias primas para impulsar su crecimiento industrial y alimentar a su población. Posteriormente, a este estímulo inicial le siguió una fase de poder blando y, tras la llegada de Xi Jinping al poder, las relaciones bilaterales ingresaron en una nueva fase integral que trasciende la esfera económica tradicional y las cuestiones socioculturales, para incluir actualmente las dimensiones política y militar-estratégica.

5.- Posibles acciones de EE. UU en Latinoamérica:

En tal supuesto, es posible que los Estados Unidos busque fortalecer las relaciones con los gobiernos latinoamericanos mediante la cooperación, sellando acuerdos comerciales[7] y promoviendo inversiones en infraestructura,[8] sin la distracción de un conflicto prolongado en Europa del Este.

Asimismo, aunque Estados Unidos considere que la guerra ruso-ucraniana no repercute en su seguridad nacional, un acercamiento con Rusia podría tener repercusiones sobre algunos conflictos políticos y de seguridad que afectan a Latinoamérica, en caso de que los rusos, como moneda de cambio, resten su apoyo a regímenes iliberales como los de Venezuela y Nicaragua,[9] que históricamente han tenido un respaldo simbólico y político de Moscú.

Por último, atento a la importancia de la geopolítica de los accesos y de los pasos interoceánicos, cobra particular relevancia el Atlántico Sur y la Antártida en términos geopolíticos. En dicha zona es factible que la administración Trump no vea con buenos ojos la presencia británica –una potencia extra regional europea- en las islas Malvinas con su indudable proyección a la Antártida.



[1] Mahbubani (2025, 18 de febrero).

[2] “Posición de China en relación con los conflictos de Ucrania y Gaza”, OPI (2024, 5 de noviembre).

[3] El problema de Taiwán está a las puertas de un nuevo giro político con el relevo en la presidencia de Tsai Ing-wen.  Aunque su sucesor, Lai Ching-te, se alinea con el continuísmo del statu quo, una escalada hacia mayor tensión no es descartable. Asimismo, la situación se caldea en las disputas territoriales con Filipinas, muy especialmente, aunque otros países de la zona mantienen reclamaciones al respecto. EEUU sigue fortaleciendo sus alianzas militares y de seguridad tanto a nivel bilateral como a través de la potenciación de las nuevas alianzas, ya sea QUAD o AUKUS, que pronto podría incluir a Japón. Esa gran pinza estratégica preocupa en China. Atemperarla y equilibrarla, en buena medida, pasa por establecer unas buenas relaciones con Rusia; de este modo, puede concentrar sus preocupaciones y recursos en los desafíos que plantea la estabilidad de las rutas marítimas y la gestión de los contenciosos en esta frontera.

[4] La India es muy importan para EE. UU para equilibrar el ascenso de china. En el último encuentro entre Donald Trump y Narendra Modi, hablaron de incrementar la colaboración en cuestión de reactores modulares pequeños, que según el Organismo Internacional de Energía Atómica pueden producir grandes cantidades de electricidad con bajas emisiones de carbono. En la llamada telefónica que habían mantenido el pasado 27 de enero ya se había avanzado que los dos líderes iban a incluir en sus conversaciones un mayor intercambio en materia de tecnología, energía y defensa, entre otros puntos.

[5] Ibíd. En los últimos años, Beijing y Moscú forjaron una relación dirigida a conquistar una mayor autonomía económica y financiera frente a los países occidentales: el comercio entre ambos países —que se encontraba aumentando rápidamente antes de la guerra ruso-ucrania, y ha seguido haciéndolo durante ella— se ha duplicado, pasando de 108.000 millones de dólares en 2020 a 240.000 millones de dólares en 2023, permitiendo al país euroasiático escapar de las sanciones occidentales. 

[6] Ferrer, A. (2025, 19 de febrero), "Un gasto innecesario": Trump vería a Ucrania como causa perdida y a Zelenski como alguien sin poder (entrevista), Sputnik.  Disponible en línea.

[7] La reorientación estratégica de Estados Unidos hacia Latinoamérica puede jugar un papel clave en la concreción de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Argentina, especialmente si se resuelven las cuestiones de fondo que surgen del marco multilateral del Mercosur, del cual la segunda es miembro. Este es un punto fundamental, ya que las políticas comerciales del Mercosur podrían ser un obstáculo significativo para que Argentina negocie de manera bilateral un TLC con Estados Unidos.

[8] Una posibilidad es que la actual administración estadounidense reactive el programa 'América Crece', una iniciativa impulsada durante el primer gobierno de Trump, que involucró a diversas agencias y departamentos del gobierno de Estados Unidos, como el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro, el Departamento de Comercio y el Departamento de Energía. Este programa promovió la inversión de manera más directa a través del sector privado y las corporaciones empresariales.

[9] Cuba, que desde 1989 ha visto disminuir el apoyo ruso también podría verse afectada. En este caso de manera más bien indirecta, si disminuyese la asistencia rusa a Caracas. Desde el año 2000 (y al menos hasta el inicio de la crisis venezolana) la isla mantuvo una relación económica favorable con Venezuela (Mesa-Lago, 2025). 

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